tag:blogger.com,1999:blog-73837192881686273522024-03-13T17:51:11.591-03:00Gustavo Roldán (1935-2012)Escritor argentino. Se licenció en Letras y trabajó como editor, periodista y docente. Centró su trabajo como director de colecciones de libros para niños; coordinador de talleres literarios de escritura y reflexión; de grupos de trabajo sobre literatura infantil.Unknownnoreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-22377607680685339592019-10-03T13:32:00.002-03:002021-08-15T01:34:54.933-03:00<br />
<div style="background-color: #a8d3e4; color: black; font-size: 20px; margin: 0 auto; padding: 20px; text-align: left;"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble2"><span> Cuento» <a href=" https://bpcd305.blogspot.com/2019/10/el-chivo-del-cebollar-de-gustavo-roldan.html "> EL CHIVO DEL CEBOLLAR </a> </span> (Versión libre de cuentos folklóricos) <div class="chat-bubble2-arrow-border"></div><div class="chat-bubble2-arrow"></div></div></div><br />
<br />
Había una vez una viejita que tenía un pequeño huerto apenas más grande que un mantel, donde había plantado un hermoso cebollar.<br />
<br />
Una mañana, cuando fue a regar sus cebollitas, se encontró con un chivo que se entretenía en pisotearlas.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-K1QRT6MleOQ/XZYdcufqezI/AAAAAAAAEiA/d0V1lLNfDpAuY3axsp0KeE_A-mWaGgorACLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://2.bp.blogspot.com/-K1QRT6MleOQ/XZYdcufqezI/AAAAAAAAEiA/d0V1lLNfDpAuY3axsp0KeE_A-mWaGgorACLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-1.JPG" data-original-width="483" data-original-height="507" /></a></div><br />
<br />
—¡Salga chivo de mi cebollar! —gritó enojada la viejita. <br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-9j94VvNRptU/XZYdw8Nr1OI/AAAAAAAAEiI/63dewxMtSvMAAuLLkxM6-ALQ3llM5liPwCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-9j94VvNRptU/XZYdw8Nr1OI/AAAAAAAAEiI/63dewxMtSvMAAuLLkxM6-ALQ3llM5liPwCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-2.JPG" data-original-width="555" data-original-height="417" /></a></div><br />
<br />
El chivo se quedó quieto. La miró de arriba para abajo y de abajo para arriba, y después le hizo:<br />
<br />
—¡Brlrlrl! ¡Yo soy el chivo del chivatal y de acá nadie me puede sacar!<br />
<br />
La viejita se fue muy triste. En el camino encontró un perro al que le contó la historia.<br />
<br />
El perro la consoló y le dijo:<br />
<br />
—No se preocupe, viejita. Ni por el huerto ni por la cebollita.<br />
<br />
Cuando llegaron de vuelta, el perro ladró:<br />
<br />
—¡Salga chivo de ese cebollar!<br />
<br />
—¡Brlrlrl! —dijo el chivo mirándolo muy fijo a los ojos—. Yo soy el chivo del chivatal y de aquí ninguno me puede sacar.<br />
<br />
Al perro se le pararon tres pelos del lomo y pensó que no le convenía pelear con ese chivo, y dijo que volvería otro día para sacarlo. <br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-IhO9Fahs1pg/XZYePN2N2cI/AAAAAAAAEiQ/ETBKygcGsDkv1igadwgvTS17eI7tdV4pQCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-3.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-IhO9Fahs1pg/XZYePN2N2cI/AAAAAAAAEiQ/ETBKygcGsDkv1igadwgvTS17eI7tdV4pQCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-3.JPG" data-original-width="474" data-original-height="384" /></a></div><br />
<br />
La viejita volvió muy triste al camino a buscar quién pudiera ayudarla. Encontró al caballo y le contó la historia.<br />
<br />
Y el caballo dijo:<br />
<br />
—No se preocupe, viejita. Ni por el huerto ni por la cebollita.<br />
<br />
Y cuando llegaron al huerto relinchó:<br />
<br />
—¡Salga chivo de ese cebollar!<br />
<br />
—¡Brlrlrl! —dijo el chivo mirándolo muy fijo a los ojos—. Yo soy el chivo del chivatal y de aquí ninguno me puede sacar.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-x37udBBIQqY/XZYewKuFFrI/AAAAAAAAEic/JfMqbB3Q_AMIIdlTSCNHmQslQ0atRiLTwCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-4.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-x37udBBIQqY/XZYewKuFFrI/AAAAAAAAEic/JfMqbB3Q_AMIIdlTSCNHmQslQ0atRiLTwCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-4.JPG" data-original-width="538" data-original-height="434" /></a></div><br />
<br />
Y siguió zapateando en el cebollar. Al caballo le corrió un escalofrío como si le caminaran siete ciempiés sobre el lomo. Y pensó que no le convenía pelear con ese chivo, y dijo que volvería otro día para sacarlo. <br />
<br />
La viejita volvió muy triste al camino a buscar quién pudiera ayudarla. Encontró con el toro y le contó la historia. Y el toro dijo:<br />
<br />
—No se preocupe, viejita. Ni por el huerto ni por la cebollita.<br />
<br />
Y cuando llegaron el toro bramó:<br />
<br />
—¡Salga chivo de ese cebollar!<br />
<br />
—¡Brlrlrl! —dijo el chivo mirándolo muy fijo a los ojos—. Yo soy el chivo del chivatal y de aquí ninguno me puede sacar.<br />
<br />
Y siguió zapateando más fuerte todavía entre las plantas.<br />
<br />
El toro pensó que no le convenía pelear con ese chivo, y dijo que volvería otro día para sacarlo. <br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-30R1qaDVbBY/XZYe_Z8_-7I/AAAAAAAAEig/w5B8ImfNOhwHKjDZle9QsFSJ1XFLti61QCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-5.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-30R1qaDVbBY/XZYe_Z8_-7I/AAAAAAAAEig/w5B8ImfNOhwHKjDZle9QsFSJ1XFLti61QCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-5.JPG" data-original-width="480" data-original-height="414" /></a></div><br />
<br />
La viejita volvió al camino, y en el camino se encontró con una hormiguita que andaba paseando.<br />
<br />
—¿Por qué llora con tantas lágrimas? —le preguntó la hormiga.<br />
<br />
Cuando escuchó la historia dijo:<br />
<br />
—No se preocupe, viejita. Ni por el huerto ni por la cebollita.<br />
<br />
—Ay, hormiguita, ¡cómo me vas a ayudar siendo tan chiquita!<br />
<br />
—No se haga más problemas, pero para que lleguemos rápido álceme y lléveme en su bolsillo.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-bcDioo17CGc/XZYfr_LRbTI/AAAAAAAAEis/Dfki3cfKXF4yJt0JARZ9clIq3iJ8gJaMQCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-6.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://3.bp.blogspot.com/-bcDioo17CGc/XZYfr_LRbTI/AAAAAAAAEis/Dfki3cfKXF4yJt0JARZ9clIq3iJ8gJaMQCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-6.JPG" data-original-width="481" data-original-height="412" /></a></div><br />
<br />
La viejita puso un dedo en el suelo y la hormiguita se trepó muy rápido. Después la puso dentro del bolsillo y volvieron al huerto.<br />
<br />
Cuando llegaron la hormiguita dijo:<br />
<br />
—¡Salga chivo de ese cebollar!<br />
<br />
—¡Brlrlrl! —dijo el chivo mirándola muy fijo a los ojos—. Yo soy el chivo del chivatal y de aquí ninguno me puede sacar.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-qPL4c2SZ7a4/XZYf-IfBXnI/AAAAAAAAEi0/RPLjMaewEYYqSPKnLL-gwg28dpPxE55agCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-7.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://2.bp.blogspot.com/-qPL4c2SZ7a4/XZYf-IfBXnI/AAAAAAAAEi0/RPLjMaewEYYqSPKnLL-gwg28dpPxE55agCLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-7.JPG" data-original-width="490" data-original-height="445" /></a></div><br />
<br />
Y se puso a zapatear con más fuerza sobre las cebollas.<br />
<br />
Despacito, despacito, con paso de hormiga, la hormiguita se fue acercando. Y comenzó a trepar por la pata del chivo hasta que llegó a la punta de la cola. Y ahí, una y otra vez, lo picó a todo picar.<br />
<br />
—¡Brlrlrl! —hizo el chivo con los ojos bizcos, y salió corriendo y se perdió a lo lejos para no volver nunca más.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-F7WZe3DRNuo/XZYgV-8ER7I/AAAAAAAAEi8/CdlWVoYfksEZml_Mxj54jr0jiBcs3D9QACLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-8.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-F7WZe3DRNuo/XZYgV-8ER7I/AAAAAAAAEi8/CdlWVoYfksEZml_Mxj54jr0jiBcs3D9QACLcBGAsYHQ/s1600/el-chivo-del-cebollar-8.JPG" data-original-width="510" data-original-height="363" /></a></div><br />
<br />
Cuando la hormiguita se cansó de picar pegó un salto y, pasito a paso volvió a la casa.<br />
<br />
Y ahí se quedó a vivir, en la azucarera de la viejita. Y ahí están todavía, charlando sobre chivos y cebollares y un montón de cosas más a la hora del mate.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 40px; text-align: CENTER;">FIN </div><br />
<br />
<div align="center" >Historia de Pajarito Remendado<br />
(Serie naranja)<br />
Gustavo Roldán <br />
Raúl Fortín (Ilustrador) <br />
Colección: Del Pajarito Remendado <br />
Páginas:16 <br />
Editorial: Ediciones Colihue <br />
Año de edición: 1984 <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://4.bp.blogspot.com/-b5H0Y_iREio/XZYgwXmeK1I/AAAAAAAAEjI/GNwTtVJioaEOnvNsUBXDO3VmTyKh2BaXACLcBGAsYHQ/s1600/Historia-de-Pajarito-Remendado-GustavoRoldan-RaulFortin-Colihue.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://4.bp.blogspot.com/-b5H0Y_iREio/XZYgwXmeK1I/AAAAAAAAEjI/GNwTtVJioaEOnvNsUBXDO3VmTyKh2BaXACLcBGAsYHQ/s1600/Historia-de-Pajarito-Remendado-GustavoRoldan-RaulFortin-Colihue.JPG" data-original-width="591" data-original-height="859" /></a></div><br />
<b>Reseña:</b><br />
Dos cuentos populares en versión de Gustavo Roldán. En los dos se impone el triunfo de los más pequeños sobre los más fuertes: sólo con su picardía puede Pajarito Remendado librarse del temible aguilucho que lo ha hecho presa, y el caprichoso chivo que pisotea el cebollar de la viejita, luego de infructuosos intentos por sacarlo de allí, será puesto en fuga por el más pequeñín habitante del huerto. <br />
<br />
<b>Contenido:</b><br />
<br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2013/02/cuento-historia-de-pajarito-remendado.html" target="_blank">Historia de pajarito Remendado</a><br />
★<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2019/10/el-chivo-del-cebollar-de-gustavo-roldan.html">El chivo del cebollar</a><br />
★<br />
</div></div><br />
<div style="background-color: #A8D3E4; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b> <br />
<br />
<b>EDICIONES COLIHUE</b><br />
<a href="https://www.colihue.com.ar/fichaLibro?bookId=456" target="_blank">https://www.colihue.com.ar/fichaLibro?bookId=456</a><br />
<br />
<b>Armonía Fundación para la Educación en Valores Humanos (Facebook)<br />
Video subido por la Prof. Jeanete para las chicas y chicos de 1er grado</b><br />
https://www.facebook.com/watch/?v=2295583174080366<br />
<br />
<b>Biblioteca Digital Julio Cortázar - Colección "Pajarito Remendado"</b><br />
https://sites.google.com/view/bibliotecajuliocortazar/colecci%C3%B3n-pajarito-remendado<br />
<br />
<b>EDAIC Varela (Equipo Distrital de Alfabetización Inicial y Continua)</b><br />
http://edaicvarela.blogspot.com/2012/09/gustavo-roldan.html<br />
<br />
<b>Prácticas del Lenguaje (El material que se publica en este sitio tiene fines educativos) </b><br />
https://adrianamarron.blogspot.com/2014/02/seguir-la-obra-de-un-autor-gustavo.html<br />
<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-77656882139396689832019-10-02T22:08:00.005-03:002021-08-15T01:55:22.535-03:00<br />
<div style="background-color: #a8d3e4; color: black; font-size: 18px; margin: 0 auto; padding: 10px; text-align: left;"><br />
<div align="left"><div class="chat-bubble2">Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2019/10/el-dia-que-se-invento-el-ano-nuevo-de.html"> El día que se inventó el año nuevo</a> <br />
<div class="chat-bubble2-arrow-border"></div><div class="chat-bubble2-arrow"></div></div></div><br />
<br />
El coatí, la iguana, el tordo, el tapir, el picaflor y la paloma andaban revoloteando de un lado para el otro. Apurados, nerviosos, un poco sin saber qué hacer, se atropellaban a cada rato.<br />
<br />
—¡Que se nos viene, que se nos viene encima! ¡Y todavía no terminamos los preparativos! —dijo la perdiz.<br />
<br />
—¿Siempre se viene tan de golpe? —preguntó el picaflor, que no sabía nada del asunto.<br />
<br />
—¿Quién hace el Año Nuevo? —dijo un pichón de paloma que acababa de salir del cascarón.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-DGt_kWv-oXw/XZVFy1yqDhI/AAAAAAAAEhk/nBYIYNqVyVcmtdCtOVYxfEwZqx3sq_xEwCLcBGAsYHQ/s1600/El-dia-que-se-invento-el-a%25C3%25B1o-nuevo-LuisScafati-16-Grupo-Editorial-Norma.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="511" data-original-width="450" src="https://3.bp.blogspot.com/-DGt_kWv-oXw/XZVFy1yqDhI/AAAAAAAAEhk/nBYIYNqVyVcmtdCtOVYxfEwZqx3sq_xEwCLcBGAsYHQ/s1600/El-dia-que-se-invento-el-a%25C3%25B1o-nuevo-LuisScafati-16-Grupo-Editorial-Norma.JPG" /></a></div><br />
<br />
Como era época de pichones, el piar y los aleteos, horneros, carpinteros y palomitas se convirtió de repente en silencio.<br />
<br />
El sapo llegó justo para escuchar la pregunta.<br />
<br />
—¿Qué quién hace el Año Nuevo? Bueno, no hay muchos que sepan eso.<br />
<br />
—¿De dónde salen los años? —preguntó el coatí acercándose a la rueda que ya se había formado alrededor del sapo.<br />
<br />
—Es una vieja historia, casi de cuando comenzó el mundo.<br />
<br />
—¡Cuente, cuente, don sapo! —dijeron a coro—. ¿Cómo eran antes los años?<br />
<br />
—Uff… ahí andaban, viejos y arrugados, sin ánimo para nada, más gastados que plumas de víbora.<br />
<br />
—Pero, don sapo —dijo la cotorrita verde—, las víboras no tienen plumas.<br />
<br />
—Claro que no. Eso es lo que dije. Se les gastaron de tanto esperar, y al final se quedaron sin plumas para siempre.<br />
<br />
—¿Y en esa época no había Años Nuevos?<br />
<br />
—¡Era más aburrido que portarse bien! No había fiestas, ni cohetes, ni luces de bengala, ni estrellitas, ni buscapiés. Un aburrimiento, qué quiere que le diga.<br />
<br />
—¿Y qué hacían cuando llegaba la medianoche?<br />
<br />
—Dormían a pata suelta. Ni se imaginaban que se podía hacer otra cosa.<br />
<br />
—¡Qué feo! —dijo el coatí.<br />
<br />
—¡qué triste! —dijo la cotorrita verde.<br />
<br />
—A los que tenemos patas largas —dijo el piojo arriba del avestruz—, eso no nos gusta nada. Nosotros queremos estar siempre de fiesta.<br />
<br />
—¿Y qué pasó, don sapo?<br />
<br />
—Pasó lo que tenía que pasar. Los sapos pensamos que las cosas no andaban bien y había que hacer algo.<br />
<br />
La rueda que escuchaba al sapo era cada vez más grande. Hasta el tigre estaba con los ojos redondos y las orejas paradas para no perderse ni una palabra.<br />
<br />
—¿Y entonces, don sapo?<br />
<br />
—Ahí nomás pusimos las manos en la masa.<br />
<br />
—¡Ah, comenzaron a trabajar! —dijo el picaflor.<br />
<br />
—No, m’hijo, pusimos las manos en un plato de masas, para darnos fuerzas.<br />
<br />
—¿Y después?<br />
<br />
—Después pensamos y probamos un montón de ideas, pero no pasaba nada. No era fácil el asunto.<br />
<br />
—¿Y no aflojaron?<br />
<br />
—¿Aflojar? Los sapos no aflojamos nunca. Somos bichos de pelea.<br />
<br />
—¡Cuente alguna pelea, don sapo! —gritó el tordo pichón.<br />
<br />
Mil ojos lo miraron fijo, y el pichoncito supo que había metido la pata.<br />
<br />
—Hágame acordar otro día, m’hijo —le dijo el sapo—, no se va a quedar con las ganas.<br />
<br />
—Siga, siga, don sapo —dijeron todos—. ¿Qué pasó con el año Nuevo?<br />
<br />
—Despacito, despacito, que un Año Nuevo no se hace de una escupida. Seguimos trabajando, hasta que al final se resolvió todo en una explosión.<br />
<br />
—¡Se le prendió la lamparita! —dijo el coatí.<br />
<br />
—No, una explosión. Inventamos los cohetes.<br />
<br />
—¡Los cohetes! —exclamaron todos.<br />
<br />
—Claro, y las cañitas voladoras y los buscapiés y las estrellitas y las luces de bengala y los rompetroncos.<br />
<br />
—¿Los rompetroncos?<br />
<br />
—Ahora se llaman rompeportones, pero entonces no había portones y se llamaban rompetroncos.<br />
<br />
—Sí, sí —dijo el piojo, impaciente—, pero ¿qué pasó después, cómo hicieron el Año Nuevo?<br />
<br />
—Ahí estoy llegando. Entonces nos juntamos los sapos y a la medianoche, todos juntos, tiramos un millón de cohetes, de cañitas voladoras y llenamos el cielo de luces de bengala.<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://3.bp.blogspot.com/-avDvYegp5LI/XZVGGs2_vLI/AAAAAAAAEhs/RSrohdx0zl0NTOJ6T6qSxLh8wE7RH2n9QCLcBGAsYHQ/s1600/El-dia-que-se-invento-el-a%25C3%25B1o-nuevo-LuisScafati22-Grupo-Editorial-Norma.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="572" data-original-width="426" src="https://3.bp.blogspot.com/-avDvYegp5LI/XZVGGs2_vLI/AAAAAAAAEhs/RSrohdx0zl0NTOJ6T6qSxLh8wE7RH2n9QCLcBGAsYHQ/s1600/El-dia-que-se-invento-el-a%25C3%25B1o-nuevo-LuisScafati22-Grupo-Editorial-Norma.JPG" /></a></div><br />
<br />
—¿Y llegó el Año Nuevo? —preguntó el piojo, que estaba a los saltos de los nervios.<br />
<br />
—Sobre el pucho. Más nuevito que nunca.<br />
<br />
—¿Y desde entonces llega todos los años?<br />
<br />
—No, m’hijo. Llega si lo llamamos. Ése es un trabajo que nos pusimos los sapos.<br />
<br />
—¿Y si alguna vez no pueden? ¿Y si se olvidan?<br />
<br />
—Bah, no hay problema. Siempre va a seguir llegando porque tenemos millones de ayudantes.<br />
<br />
—¿Dónde, don sapo? ¿Quién los ayuda?<br />
<br />
—Los chicos. Los chicos de todo el mundo. Nunca se olvidan, y tiran cohetes y cañitas voladoras y gritan y se ríen, y el Año Nuevo viene sin perder un instante.<br />
<br />
Al piojo le corría una lágrima de emoción, y todos los bichos se rascaban porque la pulga, de puros nervios, saltaba de uno a otro picándolos.<br />
<br />
—Bueno, bueno, a no perder tiempo —dijo el sapo—, hay que terminar con los preparativos.<br />
<br />
Los bichos salieron contentos y fueron para todos lados a preparar la fiesta.<br />
<br />
El sapo quedó sentado, descansando, y murmurando en voz baja:<br />
<br />
—Ja, si sabrá de Años Nuevos este sapo.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="font-size: 40px; text-align: CENTER;">FIN </div><br />
<br />
<br />
<div align="center">COMO SI EL RUIDO PUDIERA MOLESTAR<br />
Gustavo Roldán<br />
Ilustraciones de: Luis Scafati<br />
Grupo Editorial Norma<br />
Colección Torre de Papel; Serie Torre Roja.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://4.bp.blogspot.com/-Ns3HF1lU3bg/XZVGrkvQIWI/AAAAAAAAEh0/keNo6zkezsEyF_-QXKBL7EXX4UcAQ1JVgCLcBGAsYHQ/s1600/como-si-el-ruido-pudiera-molestar-GustavoRoldan-LuisScafati-Grupo-Editorial-Norma.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://4.bp.blogspot.com/-Ns3HF1lU3bg/XZVGrkvQIWI/AAAAAAAAEh0/keNo6zkezsEyF_-QXKBL7EXX4UcAQ1JVgCLcBGAsYHQ/s640/como-si-el-ruido-pudiera-molestar-GustavoRoldan-LuisScafati-Grupo-Editorial-Norma.jpg" width="377" height="640" data-original-width="706" data-original-height="1200" /></a></div><br />
Al monito, al piojo, al coatí, al tapir, a todos los animales del monte les encanta escuchar los cuentos del sapo. Porque ellos saben que el sapo, además de ser un animal de pelea y no tenerle miedo a nada, es un animal muy sabio. Y así les cuenta del día en que se inventó el año nuevo, de cuando venció el sólo a más de mil dragones y de cómo, a pesar de las formas y los tamaños que es capaz de adoptar, logró vencer al miedo. <br />
(Texto extraído de la contratapa del libro)<br />
<br />
<b>Índice</b><br />
<br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2012/05/mas-cuentos.html" target="_blank">Como si el ruido pudiera molestar …7</a><br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2019/10/el-dia-que-se-invento-el-ano-nuevo-de.html">El día que se inventó el año nuevo …15</a><br />
Animal de pelea …25<br />
El tamaño del miedo …33<br />
Historia del alacrán …43<br />
Nadie es más grande que su sombra …53<br />
<br />
</div><br />
</div><br />
<div style="background-color: #a8d3e4; font-size: 12px; color: black; margin: 0 auto; padding: 10px; text-align: center;"><b>Visto y leído en: </b> <br /><br />
<b> Video: Cuentos al paso</b><br />
https://www.youtube.com/watch?v=Om-YPb-TFUk<br />
<br />
<b>EDAIC Varela </b>(Equipo Distrital de Alfabetización Inicial y Continua)<br />
http://edaicvarela.blogspot.com/2012/09/gustavo-roldan.html<br />
<br />
<b>Prácticas del Lenguaje </b>(El material que se publica en este sitio tiene fines educativos) <br />
https://adrianamarron.blogspot.com/2014/02/seguir-la-obra-de-un-autor-gustavo.html<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-28431371693458340272019-09-30T23:59:00.001-03:002021-08-15T01:57:01.510-03:00<br />
<div style="background-color: #a8d3e4; color: black; font-size: 18px; margin: 0 auto; padding: 10px; text-align: left;"><br />
<div align="left"><div class="chat-bubble2">Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2019/09/cada-cual-se-divierte-como-puede-de.html"> Cada cual se divierte como puede,</a> de Gustavo Roldán <br />
<div class="chat-bubble2-arrow-border"></div><div class="chat-bubble2-arrow"></div></div></div><br />
<br />
—No, no y no, —decía el sapo mientras iba y venía cruzando el caminito a los saltos— esto sí que no puede ser.<br />
<br />
La paloma, la garza blanca, el zorrino, el ñandú y el piojo que vivía en la cabeza del ñandú lo miraban sin saber qué decir. ¡Hacía tanto rato que el sapo se paseaba cada vez más enojado!<br />
<br />
Al final, el piojo se animó. Total, por más enojado que estuviera el sapo, él estaba a salvo.<br />
<br />
—Bueno, bueno, don sapo, ya es hora de que nos cuente algo. Para eso somos amigos.<br />
<br />
—Cuente, cuente —pidió la paloma.<br />
<br />
—Claro —dijo la garza blanca—, el pueblo quiere saber de qué se trata.<br />
<br />
—Cuente, cuente —insistió el piojo.<br />
<br />
El sapo se quedó quieto. Los miró de arriba para abajo y de abajo para arriba. Pero siguió callado y más quieto todavía.<br />
<br />
—¡Vamos, don sapo, díganos algo! —volvió a insistir el piojo.<br />
<br />
—Bueno, —contestó al fin el sapo—, pero si prometen no reírse.<br />
<br />
—Ni locos, don sapo. Cómo nos vamos a reír si estamos todos preocupados esperando que nos cuente algo.<br />
<br />
—Bueno, pero es que ahí es donde está el problema: no se me ocurre ninguna cosa.<br />
<br />
—¿Ni una mentirita, don sapo?<br />
<br />
—Nada m’hijo, no se me ocurre nada, y eso que estoy desde tempranito déle pensar y pensar. Y debe ser algo grave, es la primera vez en mi vida que no me sale ninguna mentira.<br />
<br />
—¿Ni siquiera una chiquitita?<br />
<br />
—Ni una mentira para hormigas me sale.<br />
<br />
—Y dígame, don sapo —insistió el piojo—, ¿no se acordará de alguna peleíta con una docena de víboras?<br />
<br />
Los ojos del sapo se pusieron chiquitos, como para que no se escapen las ideas que se le empezaban a ocurrir.<br />
<br />
—Claro que, si usted nunca peleó con una docena de víboras en una siesta de verano… —dijo el piojo mirando para otro lado.<br />
<br />
—Una docena de víboras… Una docena de víboras en una siesta de verano… ¿Le parece que así es la historia, m’hijo?<br />
<br />
—Seguro —dijo el piojo—, seguro que ésa fue una pelea formidable.<br />
<br />
—¿Y todas venenosas, no? —dijo el sapo comenzando a entusiasmarse.<br />
<br />
—Claro, muy venenosas, y enojadas y hambrientas y con unas ganas bárbaras de pelear.<br />
<br />
—Eso, eso —dijo el sapo—, así me parece que era.<br />
<br />
—Seguro, don sapo, y ésa sí que tuvo que ser una buena pelea.<br />
<br />
Los ojos de la paloma, la garza blanca, el zorrino, el coatí y el ñandú se abrieron como los ojos de un chancho.<br />
<br />
—¡Don sapo! —gritó con admiración la garza blanca—. ¡No me diga que usted peleó con una docena de víboras!<br />
<br />
El sapo puso cara de no darle mucha importancia al asunto.<br />
<br />
—Para ser exactos, no, no era una docena. Es una forma de decir nomás.<br />
<br />
—Ah, ya me parecía que eran muchas.<br />
<br />
—¿Muchas? No m’hija, muchas no, porque en realidad eran catorce.<br />
<br />
—¿Catorce víboras?<br />
<br />
—Sí, y sin contar otras tres que estaban un poco flacas.<br />
<br />
—¿Diecisiete víboras, entonces? ¡No lo puedo creer!<br />
<br />
—Y no me crea, m’hija.<br />
<br />
—Ah, ya me parecía que eran demasiadas.<br />
<br />
—No me crea que eran diecisiete porque ésas eran solo las venenosas: las yararás, las corales y las cascabeles. Pero había otras diez que eran culebras.<br />
<br />
—¡Veintisiete víboras! ¡Qué barbaridad!<br />
<br />
—Don sapo, —dijo el piojo saltando de contento—, ¡eso era una viboridad!<br />
<br />
—¿Y usted les peleó a todas juntas? —preguntó el coatí.<br />
<br />
—Y bueno, se hace lo que se puede.<br />
<br />
—¿Qué pensó cuando se vio rodeado de tanta víboras? —preguntó el coatí.<br />
<br />
—Ni tiempo a pensar me dieron. Atacaron de un lado y del otro, todas al mismo tiempo.<br />
<br />
—¡Qué susto, don sapo! ¡Qué susto se habrá pegado!<br />
<br />
—Se <b>habrán</b> pegado, dirá, porque dicen que las víboras atacan cuando se asustan. Y por la forma en que me atacaron tenían un susto de la gran siete.<br />
<br />
—¿Y qué pasó, don sapo? ¿Qué hizo usted?<br />
<br />
—Las dejé venir nomás.<br />
<br />
—¡Qué valiente, don sapo!<br />
<br />
—¿Valiente yo? No crea, m’hijo, valientes eran las víboras. <br />
<br />
—¡Pero, don sapo, si eran un montón!<br />
<br />
—Igualito, m’hijo. Aunque sea de a montones, hay que ser muy valiente para atacar a un sapo.<br />
<br />
El piojo no daba más de contento y saltaba de un lado para otro picándolo al ñandú.<br />
<br />
—¿Y qué pasó, don sapo? ¿Qué pasó después? ¿Usted se escapó?<br />
<br />
—¡Ya sé, ya sé —dijo la paloma—, se les escapó por entre las patas.<br />
<br />
—Eso mismo pensé yo, pero cuando ya me iba a escapar por entre las patas, zás, me acordé que las víboras no tienen patas. Y ahí se armó la gorda…<br />
<br />
—¡Qué bárbaro! ¡Se armó el lío! —dijo el zorrino.<br />
<br />
—No, se armó la gorda.<br />
<br />
—Eso dije, don sapo. Es lo mismo.<br />
<br />
—Es que aquí la que se armó era la gorda, una víbora gorda. Se armó de valor y atacó. Y ahí se me ocurrió la idea. Pegué un manotazo para aquí, un manotazo para allá, y manotazo va, manotazo viene, fui haciendo un trabajo muy prolijo.<br />
<br />
—¿Y qué hizo, don sapo? —dijo el piojo entusiasmado picándolo de nuevo al ñandú.<br />
<br />
—Las fui poniendo en fila una tras otra, mordiéndose la cola. Y ahí fue como inventé el lazo, un invento muy útil, como todos saben. <br />
<br />
—¡Qué trabajo lindo, don sapo! ¡Le salió redondito! —dijo el piojo saltando de contento.<br />
<br />
—¡Qué quiere que le diga, m’hijo, cada cual se divierte como puede!<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="font-size: 40px; text-align: CENTER;">FIN </div><br />
<br />
<div align="center"><b>Cada cual se divierte como puede. Buenos Aires, <br />
Ediciones Colihue. Colección Libros del Malabarista.</b><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://4.bp.blogspot.com/-MT5Qg6vIsRo/XZOQuaYXQyI/AAAAAAAAEg0/oM8D6ems6lIFIsEp-yrIRwxoRDvmR1Q-ACLcBGAsYHQ/s1600/cada-cual-se-divierte-como-puede-GustavoRoldan_Colihue.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://4.bp.blogspot.com/-MT5Qg6vIsRo/XZOQuaYXQyI/AAAAAAAAEg0/oM8D6ems6lIFIsEp-yrIRwxoRDvmR1Q-ACLcBGAsYHQ/s640/cada-cual-se-divierte-como-puede-GustavoRoldan_Colihue.jpg" width="450" height="640" data-original-width="492" data-original-height="700" /></a></div><br />
Un monte donde todos tienen miedo y guardan silencio es un monte triste, pero a lo mejor solo basta unirse para correr a los malos y la vida vuelve de nuevo. Cuentos del monte chaqueño, con sapos mentirosos y osos hormigueros enamorados.<br />
<br />
<b>Índice:</b><br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/p/carta-los-chicos-cada-cual-se-divierte.html" target="_blank">Carta a los chicos.</a> …5<br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2013/04/cuento-un-monte-para-vivir-de-gustavo.html" target="_blank">Un monte para vivir.</a> …8<br />
Verídica historia de ríos, mares y montañas. …16<br />
Cuento de siete colores. …22<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2013/05/cuento-triste-historia-de-amor-con.html" target="_blank">Triste historia de amor con final feliz.</a> …29<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2019/09/cada-cual-se-divierte-como-puede-de.html">Cada cual se divierte como puede.</a> …34<br />
Piojo chamamecero. …40<br />
<br />
</div></div><br />
<div style="background-color: #a8d3e4; font-size: 12px; color: black; margin: 0 auto; padding: 10px; text-align: center;"><u>Visto y leído en: </u><br />
<br />
<b>Diario ABCDigital -Suplemento escolar- Paraguay.</b><br />
https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/escolar/que-cuento-tan-divertido-548285.html<br />
<br />
<u>Revisado y corregido en:</u><br />
<br />
<b>Biblioteca Digital Julio Cortázar - Colección "Libros del Malabarista"</b><br />
https://sites.google.com/view/bibliotecajuliocortazar/colecci%C3%B3n-libros-del-malabarista<br />
</div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-14101225978499366082019-09-29T13:38:00.001-03:002021-08-15T02:23:21.352-03:00<br />
<div style="background-color: #a8d3e4; color: black; font-size: 18px; margin: 0 auto; padding: 20px; text-align: left;">
<div align="left" ><div class="chat-bubble2"><span> Cuento» <a href=" https://bpcd305.blogspot.com/2019/09/cuento-cancion-de-amor-de-gustavo.html "> CANCIÓN DE AMOR</a> </span><div class="chat-bubble2-arrow-border"></div><div class="chat-bubble2-arrow"></div></div></div><br />
<br />Porque la noche es tan larga, el piojo cantaba bajito y sin apuro:<br />
<br />
<i>"Por el medio del Bermejo <br />
viene navegando un piojo..."</i><br />
<br />
—Epa epa —interrumpió el sapo—, así no, compañero. Ese poema tan famoso dice:<br />
<i><br />
"Por el río Paraná <br />
viene navegando un piojo".</i><br />
<br />
—¿Usted cree que un piojo canoero se va a conformar sólo con el Paraná? Habrá sido otro día.<br />
<br />
—Fíjese que no lo había pensado, pero debe ser cierto.<br />
<br />
—Mire esa luna, don sapo. ¿No es la luna más linda del mundo?<br />
<br />
—Seguro. En ningún lugar deben tener una luna como ésta.<br />
<br />
—¿Y oye la música del viento? ¿Siente el perfume de las flores?<br />
<br />
—Hermoso perfume, amigo piojo, de eso no hay duda, pero si tengo dudas de otra cosa.<br />
<br />
—De qué, don sapo.<br />
<br />
—De lo que le anda pasando a usted.<br />
<br />
—¿A mí? ¡Qué me puede pasar a mí!<br />
<br />
—Está sentado solito mirando el río; mira la luna, oye el canto del viento y siente el perfume de la flores...<br />
<br />
—Sí, todo es cierto.<br />
<br />
—Y además canta bajito...<br />
<br />
—También es cierto.<br />
<br />
—Entonces, don piojo, quiere decir que usted anda con el mal de amores, y mejor me cuenta, porque se va a atragantar de tanto mirar el río.<br />
<br />
—Creo que me conviene contarle, porque me está agarrando una pena demasiado grande para mí solo.<br />
<br />
—¿Muy grande?<br />
<br />
—Como la pena de un yacaré.<br />
<br />
—No perdamos tiempo. Cuente nomás.<br />
<br />
—No es tan fácil, las palabras no me quieren salir, tal vez porque como usted, soy un bicho de boca chica.<br />
<br />
—Amigo piojo, usted ya tiene experiencia en estas cosas, no ande como un jovencito que no sabe qué hacer.<br />
<br />
—No crea, don sapo, nunca se sabe demasiado. Las cosas del amor siempre pasan por primera vez.<br />
<br />
—Es cierto. Y vaya largando el rollo mientras mira esa luna que se pasea por el cielo.<br />
<br />
—Qué linda luna, ¿no?<br />
<br />
—Sí, pero no se aparte de la huella. Me decía que anda medio enamorado.<br />
<br />
—Hasta el caracú. Con decirle que las flores perfuman más cuando ella las mira.<br />
<br />
—¿Usted ya le dijo algo?<br />
<br />
—¡Qué le voy a decir! La veo y se me seca la garganta.<br />
<br />
—¿Tan grave viene la historia?<br />
<br />
—Mire, yo me preparo unos piropos para dejarla temblando, pero cuando abro la boca quedo haciendo globitos como surubí que saca la cabeza del agua.<br />
<br />
—¡Qué lo tiró! A ver, dígame cómo son esos piropos.<br />
<br />
—Le digo uno:<br />
<br />
<i>"El pájaro canta al alba <br />
yo canto al anochecer <br />
me gustaría darle un beso <br />
a la hora que quiera usted".</i><br />
<br />
—¡Qué linda la copla! ¡Con eso la enamora hasta las orejas!<br />
<br />
—Y tengo un montón. Pero la veo y se me enredan todos los versos... Creo que me voy a morir de tristeza.<br />
<br />
—No, no se muera, amigo piojo.<br />
<br />
—Sí, sí, creo que me muero ya mismo y... <br />
<br />
Plaf, hizo el piojo y se cayó muerto ahí nomás. Bueno, muerto no, pero como muerto.<br />
<br />
—No se muera, don piojo. No se muera —dijo el sapo—, que se me está ocurriendo una idea que ni le cuento.<br />
<br />
El piojo abrió un ojo y dijo:<br />
<br />
—¿Una idea para que no me muera de amor? Déle, déle, que ya estoy comenzando a vivir de nuevo.<br />
<br />
—Cuénteme cómo es esa piojita -dijo el sapo.<br />
<br />
—Como las flores del Jacarandá, como el color del atardecer junto al río, como el canto de la calandria después de la lluvia, como el olor de la lluvia en los días de verano.<br />
<br />
—Pero algún defecto debe tener...<br />
<br />
—Me parece que es medio caprichosa...<br />
<br />
—¿Caprichosa?<br />
<br />
—Sí, porque no me da bolilla. Yo le hago zancadillas, le tiro palitos, le tiro algunos cascotes, pero ella nada. Mira para otro lado y ni me saluda. No sé qué hacer, don sapo.<br />
<br />
—¿Y qué más hace, amigo piojo?<br />
<br />
—Cuando la veo cerca lo insulto al yacaré y lo desafió a pelear, para que vea lo valiente que soy.<br />
<br />
—¿Y qué más hace?<br />
<br />
—También le tiro bolitas de paraíso y le saco la lengua.<br />
<br />
—¿Y qué más?<br />
<br />
—Con el loro hacemos un concurso de malas palabras. ¡Si viera la cantidad que sabemos! ¡Somos unos campeones, don sapo! ¿Quiere que le diga algunas?<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://4.bp.blogspot.com/-gWJqEtFIxFM/XZDnqtsbU8I/AAAAAAAAEgc/A4SZ_PTHfLknaE_tPGhfoivky1KC3gW8gCLcBGAsYHQ/s1600/Cancion-de-amor-en-historias-de-un-piojo-GustavoRoldan.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://4.bp.blogspot.com/-gWJqEtFIxFM/XZDnqtsbU8I/AAAAAAAAEgc/A4SZ_PTHfLknaE_tPGhfoivky1KC3gW8gCLcBGAsYHQ/s640/Cancion-de-amor-en-historias-de-un-piojo-GustavoRoldan.JPG" width="387" height="640" data-original-width="534" data-original-height="884" /></a></div><br />
—No, y no me cuente más. Le tira cascotes, le saca la lengua, le tira bolitas de paraíso, le dice malas palabras, le hace zancadillas…<br />
<br />
—Sí, don sapo, todo eso...<br />
<br />
—Y ella da vuelta la cara y pasa de largo...<br />
<br />
—Sí, don sapo. ¿No le parece que es medio caprichosa?<br />
<br />
—Ya sé lo que hay que hacer.<br />
<br />
—Cuente, que me estoy por morir otro poquito.<br />
<br />
—No, no se muera; mire, cuando vuelva a pasar, no le tire ningún cascotazo ni diga malas palabras...<br />
<br />
—¿Y entonces qué hago?<br />
<br />
—Dígale uno de esos piropos que usted sabe...<br />
<br />
—Es que no me salen. Y además el corazón me hace un ruido que a cada rato viene el yacaré a preguntar quién anda golpeando por ahí.<br />
<br />
—Bueno, no diga nada. Pero tampoco le tire bolitas de paraíso ni le saque la lengua. Mírela nomás.<br />
<br />
—¿Nada más que mirarla?<br />
<br />
—Nada más. Y suavecito, como miraba a la luna hace un rato.<br />
<br />
—¿Eso es todo, don sapo?<br />
<br />
—Eso es todo. Mírela un día, dos días, tres días.<br />
<br />
—¿Y qué más?<br />
<br />
—Nada. Nada más. Después me cuenta.<br />
<br />
El piojo se quedó pensando, el sapo se fue para cualquier lado, y la luna siguió alumbrando como si no le importaran las cosas que pasaban por ahí abajo. Después se escondió tras de los árboles. Las estrellas se fueron apagando despacito.<br />
<br />
Las chicharras comenzaron a cantar: primero siete, después ochenta y cuatro, y setecientas cuarenta y dos, y ocho mil catorce y cuatrocientas tres mil, y el sol empezó a levantarse empujado por el canto de las chicharras.<br />
<br />
Ésa fue una mañana llena de luces y de colores, aunque para el piojo las cosas andaban de color hormiga. Pero en lo peor del color hormiga se le apareció un arco iris. Ahí nomás, cerquita de una flor de mburucuyá, pasaba la piojita.<br />
<br />
El piojo hizo fuerza y no le tiró ningún palito, no le sacó la lengua, no le hizo ninguna zancadilla. Sólo la miró suavecito, como a la luna llena.<br />
<br />
Después la mañana se le hizo otra vez de color hormiga.<br />
<br />
No fue un buen día para el piojo. Fue el día más largo y el día más triste. Discutió con el quirquincho, se enojó con la iguana, le gritó "bicho jetón" al yacaré, y cuando se cruzó con el yaguareté lo mordió en una pata desafiándolo a pelear. Pero hasta los días más tristes alguna vez se terminan, y éste también se terminó.<br />
<br />
Y vino la noche.<br />
<br />
Y después el sol volvió a salir, y aunque los pájaros cantaban a más no poder, para el piojo fue otro día color hormiga. Hasta que apareció una luz como un lucero.<br />
<br />
La piojita iba pasando cerca de la flor del mburucuyá, y el piojo no le tiró ningún palito. Solamente la miró.<br />
<br />
La piojita pasó. Después de alejarse un poco se paró a mirar un pastito, se rascó la cabeza, siguió de largo llevándose la alegría y el lucero.<br />
<br />
—Añamembuí! —dijo el piojo—. Me voy a pelear con el puma.<br />
<br />
Y se fue a buscar al puma, pero no lo pudo encontrar por ningún lado. Recorrió largos caminos en medio del monte, durante largas horas. No hubo caso. El piojo volvió al atardecer, cansado.<br />
<br />
Y así pasó el segundo día más triste del mundo. Esa noche se durmió sin siquiera mirar la luna.<br />
<br />
La otra mañana fue peor. Los pájaros cantaban y el río corría lleno de camalotes, pero para el piojo el día tenía color de hormiga negra, que es el peor de todos los colores que cualquier animal se puede imaginar.<br />
<br />
Y entonces llegó un rayo, una centella, un relámpago que saltaba entre los pastos y pasaba muy pero muy cerca de donde estaba el piojo.<br />
<br />
El piojo no dijo ninguna mala palabra.<br />
<br />
No tiro ningún cascotazo. No hizo ninguna zancadilla. Solamente miró hacia esa luz que se acercaba.<br />
<br />
—Hola piojo —dijo una voz que era como la voz de la estrella más alta.<br />
<br />
—Ho... Hola —dijo el piojo, despacito.<br />
<br />
—¿Viste qué flor más hermosa? —dijo la piojita mostrándole una flor de ceibo.<br />
<br />
El piojo respiró hondo, dos veces, y dijo:<br />
<br />
—Me gusta la flor del ceibo. Me gusta el Jacarandá. Me gustan los ojos suyos y me encantaría que vayamos a pasear en yacaré y en el lomo del yaguareté y en la cabeza del loro y en puma y en tatú carreta y en oso hormiguero y en tapir y en corzuela y en quirquincho y en víbora cascabel...<br />
<br />
—¡Ay, la víbora cascabel me da miedo!<br />
<br />
—¡Pero piojita, vas a estar al lado mío!<br />
<br />
—¡Entonces sí que me animo! ¡Pero ese paseo nos llevaría toda la vida!<br />
<br />
—¡Eso es lo que me gustaría!<br />
<br />
Y ahí nomás saltaron al lomo del oso hormiguero, que fue el primer bicho que pasó.<br />
<br />
Ya recorrieron mil animales, pero en el monte los bichos siempre son más y más, y mientras no se acaben, el piojo y la pioja piensan seguir paseando juntos. Cada vez más juntos.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 40px; text-align: CENTER;">FIN<br />
</div><br />
<div align="center" >Historias del piojo<br />
Autores: Gustavo Roldán, Oscar Rojas, Ilustrador<br />
Editorial: Norma<br />
Fecha de publicación: 1998<br />
Colección: Torre de Papel<br />
Número de páginas: 62 p.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://2.bp.blogspot.com/-FjoVQlmgwt0/XZDnTGQlItI/AAAAAAAAEgU/PuxWfGrI2QYJx_pIJoTC0fuJZSjnBjvcwCLcBGAsYHQ/s1600/historias-del-piojo-gustavo-roldan-edit-norma.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://2.bp.blogspot.com/-FjoVQlmgwt0/XZDnTGQlItI/AAAAAAAAEgU/PuxWfGrI2QYJx_pIJoTC0fuJZSjnBjvcwCLcBGAsYHQ/s640/historias-del-piojo-gustavo-roldan-edit-norma.jpg" width="364" height="640" data-original-width="341" data-original-height="600" /></a></div><br />
Al piojo le gusta pisar las hojas secas cuando llega el otoño, pelearse con el pluma —sólo si es necesario— y, fundamentalmente, le gusta enamorarse de la piojita más linda del monte chaqueño. Gustavo Roldán, uno de los mejores exponentes de la literatura infantil argentina, consigue en este volumen un conjunto de bellos cuentos que nos hablan, entre otras cosas, del amor, la amistad, la libertad y la solidaridad.</div><br />
<div align="center" ><b>Índice:</b> <br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2019/09/cuento-cancion-de-amor-de-gustavo.html">Canción de amor. ...7 </a><br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/desafio-mortal-de-gustavo-roldan.html" target="_blank"> Desafío mortal. ...19 </a><br />
Pisando fuerte. ...27 <br />
Una lluvia para temblar. ...35 <br />
Otra vuelta al mundo. ...41 <br />
Historia de la vizcacha y la lechuza. ...49<br />
Fin de la historia. ...58 <br />
Glosario. ...61</div><br />
</div><br />
<div style="background-color: #A8D3E4; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;">Visto y leído en: <br />
<br />
<b>Abuelas y abuelos leecuentos 8 a 10 años - Ministerio de Educación</b><br />
Contenido:<br />
Brujas Mellizas - Silvia Schujer <br />
Canción de amor - Gustavo Roldán<br />
Acnécodita - Luis María Pescetti<br />
Palomitas de Cartulina - Iris Rivera<br />
No es fácil encontrar una piedra - María Teresa Andruetto<br />
Para adoptar un hada - Cecilia Pisos<br /><br />
<b>Sitio Web - Biblioteca Nacional de Maestros (Archivo PDF)</b><br />
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001196.pdf<br />
<br />
<b>Google Libros. Páginas mostradas con permiso de Editorial Norma.</b><br />
https://books.google.com.ar/books?id=OiuVEIU9RScC<br />
</div>
<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-BM7Zgx0iCYY/YRigZ4lXKuI/AAAAAAAAGEs/rjmJFLBl40QcjBnpuaik5HYK9Wjwut92wCLcBGAsYHQ/s0/Grupo-Editorial-Norma.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; "><img alt="" border="0" data-original-height="161" data-original-width="721" src="https://1.bp.blogspot.com/-BM7Zgx0iCYY/YRigZ4lXKuI/AAAAAAAAGEs/rjmJFLBl40QcjBnpuaik5HYK9Wjwut92wCLcBGAsYHQ/s0/Grupo-Editorial-Norma.jpg"/></a></div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-9593819873702400032017-01-27T15:57:00.001-03:002021-08-15T02:41:44.263-03:00 <br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/gustavo-roldan.html">GUSTAVO ROLDÁN</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;">Lo más difícil fue aprender a hablar con los monos, con los piojos y con los pájaros. Bichos inquietos, movedizos, saltarines. Y además les interesa muy poco hablar con la gente. En realidad, desconfían de la gente. Creo que tienen razón.<br />
<br />
Todo comenzó hace mucho tiempo, cuando se enteraron de que los hombres habían inventado una jaula para tener pájaros prisioneros.<br />
<br />
Me llevó mucho tiempo convencerlos de que yo no tenía una jaula, y de que lo único que quería era conversar, ahí, en el monte, al lado del río Bermejo, justo donde comienza el Impenetrable chaqueño.<br />
<br />
Después me fui. Tenía que aprender a leer y a escribir para contar todas las historias que me contaron el sapo, el piojo, la pulga, el picaflor, el yacaré, el halcón, y mil animales más.<br />
<br />
Y fui a la escuela y fui a la universidad, para leer muchos libros, tratando de aprender a contar historias. Y escribí cuentos y poemas, para grandes y para chicos.<br />
<br />
Algunos de los libros que escribí son: Historias del piojo, Dragón, El camino de la hormiga, Los sueños del yacaré y El vuelo del sapo…<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://4.bp.blogspot.com/-OjbTLVZpsUM/WIuQ95yS8PI/AAAAAAAAB8o/Z7x47o6ith4q09waV5SnAq-IgNdix2hOgCLcB/s1600/GUSTAVO_ROLDAN_Foto_Fernando_Massobrio_LANACION2008.jpg" width="750"/></div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b><br />
<br />
“Sapo en Buenos Aires” (Biografía del autor, Pág. 51)<br />
Gustavo Roldán / Ilustraciones de Luis Scafati <br />
ALFAGUARA INFANTIL (Desde 8 años)<br /><br />
<b>@LauraDevetachGustavoRoldan • Serie de libros</b><br />
https://www.facebook.com/LauraDevetachGustavoRoldan/posts/2346274482092984/<br /><br />
Fotografía de Gustavo Roldán, por Fernando Massobrio<br />
En: Del monte al cuento, palabra de Roldán (<a href="http://www.lanacion.com.ar/1035550-del-monte-al-cuento-palabra-de-roldan" target="_blank">Diario LA NACIÓN</a> - SÁBADO 02 DE AGOSTO DE 2008- SECCIÓN CAMPO)<br />
</div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-64810597121712332622017-01-27T15:43:00.002-03:002021-08-15T02:44:37.796-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/el-mono-y-el-yacare-por-gustavo-roldan.html"> EL MONO Y EL YACARÉ</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br /><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;">A la orilla del río, mientras tomaba agua, el monito escuchó los rugidos del yaguareté.<br />
<br />
La única salvación estaba en cruzar el río, pero el monito no sabía nadar.<br />
<br />
Y el río era hondo a más no poder.<br />
<br />
Ahí estaba, sin saber qué hacer, cuando vio que se acercaba el yacaré.<br />
<br />
El yacaré era todavía más peligroso que el tigre. Tenía una boca más grande y más dientes que el tigre. Era más peligroso que el tigre.<br />
<br />
Y cada vez se acercaba más.<br />
<br />
—A usted lo estaba esperando, amigo yacaré.<br />
<br />
—¿Para qué me esperabas? ¿No sabés lo peligroso que es estar cerca de mí?<br />
<br />
—Para contarle lo que dicen mis hermanas. Tengo tres hermanas muy lindas que siempre lo nombran.<br />
<br />
—¿Qué dicen?<br />
<br />
—Dicen que tiene la boca chiquita, que tiene la piel muy suave, que tiene los ojos muy dulces, y les gusta mirarlo cuando usted está tomando sol en la otra orilla del río.<br />
<br />
—¿Tus hermanas viven en la otra orilla?<br />
<br />
—Sí, y si quiere, ya mismo vamos para allá y se las presento.<br />
<br />
—No perdamos tiempo. Subite a mi lomo, así tus hermanas ven cómo te llevo y vos me las presentás.<br />
<br />
El monito pegó un salto más que rápido, porque ya oía el rugido del yaguareté que estaba llegando al río.<br />
<br />
El yacaré se largó al agua y comenzó a nadar.<br />
<br />
—Contame de nuevo qué dicen tus hermanas.<br />
<br />
—Que usted tiene una boca chiquita, que tiene los dientes más parejos y blancos y que tiene una piel lisa que debe ser muy suave.<br />
<br />
—¿Las tres dicen eso?<br />
<br />
—Sí, sí, las tres –dijo el monito, suspirando aliviado porque ya lo veía al yaguareté llegando a la orilla del río.<br />
<br />
—¿Y las tres son muy lindas?<br />
<br />
—Muy lindas, así dicen todos, pero ellas sólo piensan en usted.<br />
<br />
—Bueno, ahora me van a conocer. Y yo voy a elegir una para que sea mi esposa. La más linda voy a elegir.<br />
<br />
—La que usted prefiera, amigo yacaré.<br />
<br />
Y siguieron nadando.<br />
<br />
Dos veces más el monito tuvo que repetir lo que decían sus hermanas, y lo que más le gustaba al yacaré era que decían que tenía la boca chiquita.<br />
<br />
Y siguieron nadando hasta llegar hasta la otra orilla.<br />
<br />
El monito saltó a tierra y le dijo:<br />
<br />
—Ahora espéreme aquí, que las voy a buscar para que vengan a conocerlo. Usted quédese tomando sol hasta que volvamos. Y dio un salto, se trepó a un árbol y se perdió en el monte.<br />
<br />
El yacaré se quedó tomando sol en la orilla del río.<br />
<br />
Y ahí está todavía, esperando. Por eso los yacarés siempre están siempre tendidos a la orilla del río. Están esperando que vuelva un monito trayendo a sus tres hermanas, para elegir a la más buena moza.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 36px;text-align:center; color: #000;">FIN</div><br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-SPjwyk5rNEY/WIuQkCIes0I/AAAAAAAAB8k/bTJQjx9JoiA2v2nWoAJqShvGeel1U10tgCLcB/s1600/el_mono_y_el_yacare_GustavoRoldan.JPG" /><br />
<br />
<b>El mono y el yacaré</b><br />
Gustavo Roldán<br />
Raúl Fortín (Ilustrador) <br />
Cuentos del Pajarito Remendado; Colihue; Bs. As.; 1996<br />
(Serie naranja)<br />
<br />
<b>Reseña:</b><br />
Dos cuentos guaraníes. En ambos el monito burlará con ingenio a sus enemigos más feroces, primero al yacaré, haciéndose ayudar por él con dulces promesas, y luego al yaguareté, amedrentándolo con el cuento del gran viento que viene. <br />
<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000; margin:0 auto; padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b><br />
<b>Vení que te cuento - Antología Literaria para el Nivel inicial y EGB 1</b><br />
Selección de cuentos, poesías y adivinanzas para ser utilizado por los docentes en las Escuelas de la Red Escolar Judía.<br />
<b>Fundación BAMÁ (http://www.bama.org.ar/)</b><br />
http://www.bama.org.ar/sitio2014/sites/default/files/_archivos/merkaz/Jomer_on_line/ANTOLOGIA%20LITERARIA%20PARA%20EL%20NIVEL%20INICIAL%20Y%20EGB%201.pdf<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-26052370129676258992017-01-27T13:22:00.001-03:002021-08-15T00:40:02.593-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; ">
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/la-cancion-de-la-luna-por-gustavo-roldan.html">LA CANCIÓN DE LA LUNA </a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br /><br />
–Don sapo –dijo la pulga–, usted comenzó a decir que una vez saltó y se trepó a la luna, ¿por qué no sigue contando la historia?<br />
<br />
–Ay, amiga pulga, pensé que nadie se había dado cuenta de lo que dije.<br />
<br />
–¡Todos nos dimos cuenta y nos quedamos esperando! –contestaron el piojo, el mono, el yacaré, el ñandú, el elefante, el tapir y mil animales más.<br />
<br />
–Entonces tengo que confesar algo. Ese día se me escapó una mentira.<br />
<br />
–¿Una mentira, don sapo? ¿Usted dijo una mentira? –preguntó el pichón de pájaro carpintero.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://3.bp.blogspot.com/-Z6ZvDexqxF4/WItyU0PKIUI/AAAAAAAAB8Q/1Reb7GsXdP02JR3yEDlqPUKko9BxJ-vXQCLcB/s1600/La_cancion_de_la_luna_GustavoRoldan1.JPG"/></div><br />
–Ya saben que jamás digo mentiras, ¿pero a ustedes nunca se les escapan algunas palabras sin darse cuenta?<br />
<br />
–Sí, don sapo, a mí se me escapan –dijo el piojo.<br />
<br />
–A mí también, a mí también, a mí también –dijeron el bicho colorado, la pulga y el mono.<br />
<br />
–Debe ser porque tengo la boca grande –dijo el yacaré–, a mí se me escapan por el costado.<br />
<br />
–No diga eso, don yacaré, qué va a tener boca grande. Pero la cuestión es que en realidad yo nunca subí a la luna.<br />
<br />
–¡Qué lindo hubiera sido! –se lamentó la pulga–. Debe ser la cosa más linda del mundo.<br />
<br />
–Pero no fue. Seguramente lo dijo porque andaba pensando en la luna. En algunas cosas de la luna.<br />
<br />
–¿En qué cosas, don sapo?<br />
<br />
–En que se achica y se agranda, un día se hace redonda y otro día desaparece. Por eso tenía ganas de conocerla.<br />
Pero en especial por los dibujos que se ven cuando está bien grande, como ahora. Nunca pude saber qué son esos dibujos.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://3.bp.blogspot.com/-LobmwIVm5xY/WIqUXiyQCiI/AAAAAAAAB7c/5wr5ATkfuvw0zeUSdtU823VmCWnqFOBawCLcB/s1600/La_cancion_de_la_luna_GustavoRoldan2.JPG"/> <br />
<br />
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-SzAbRb5alEk/WIqUXi62NLI/AAAAAAAAB7Y/OZGMVu25Pi83lvIvmhQQ1vnS0h7ecCEHQCLcB/s1600/La_cancion_de_la_luna_GustavoRoldan3.JPG"/></div><br />
–Yo creo que son como ese dibujo que hacen las hormigas –dijo el piojo–, pero también puede ser un piojo bailando un chamamé.<br />
<br />
–Cualquiera se da cuenta de que es un mono trepando un árbol –opinó el mono.<br />
<br />
–¿Mono? ¿A quién se le ocurre? –protestó el yacaré.<br />
<br />
–¿No ven que es un oso hormiguero? –dijo el oso hormiguero.<br />
<br />
–¿Oso hormiguero? ¡Qué barbaridad! ¡Eso no puede ser! –opinó el yacaré.<br />
<br />
–El que tenga buenos ojos habrá visto que es un ñandú corriendo –dijo el ñandú.<br />
<br />
–¡Ñandú corriendo! ¿A quién se le puede ocurrir esa barbaridad? –protestó el yacaré.<br />
<br />
–¿Vieron las manchas? –preguntó el yaguareté–. Esas manchas solo pueden ser de una yaguareté.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://4.bp.blogspot.com/-TrhvqCPAOhY/WIqUYM1r5eI/AAAAAAAAB7k/qOq_-xI5cIAGVCiVsgi7DPnNbbl9APqQwCLcB/s1600/La_cancion_de_la_luna_GustavoRoldan4.jpg"/></div><br />
Y que era un puma.<br />
<br />
Que era una corzuela.<br />
<br />
Que era un coatí.<br />
<br />
Que era un tatú.<br />
<br />
Que era un carpincho...<br />
<br />
Todos siguieron opinando, y cada uno se veía en un espejo en las manchas de la luna.<br />
<br />
–¡Estamos todos locos! –se quejó el yacaré–. ¡Miren si en la luna se va a ver un animal! ¡Estamos todos locos!<br />
<br />
El único que no decía nada era el sapo, convencido de que al final comprenderían que era un sapo y nada más que un sapo.<br />
<br />
–Bueno, bueno –dijo la pulga–, así no sabremos nunca qué es lo que se ve.<br />
<br />
–Sí –dijo el piojo–, la única solución sería mirar desde cerca, pero la luna está muy lejos.<br />
<br />
–Yo sé cómo hacer –aseguró la pulga–. Esa luna está muy lejos, pero la que está en el río está más a mano.<br />
<br />
–Sí, pero está en el fondo del río.<br />
<br />
–Es fácil. Le pedimos al yacaré que vaya y mire, y listo.<br />
<br />
A todos les pareció una buena idea. El yacaré, entusiasmado por la importancia de su misión, se zambulló y nadó hasta el medio del río.<br />
<br />
Pasó un rato y otro rato, y el yacaré no volvía.<br />
<br />
Y cuando ya comenzaban a preocuparse por la demora, un coletazo los salpicó de agua a todos y el yacaré salió a la orilla.<br />
<br />
–¿Era un mono trepando un árbol?<br />
<br />
–¿Era un ñandú corriendo?<br />
<br />
–¿Era un coatí?<br />
<br />
–¿Era un carpincho?<br />
<br />
–¿Era un tatú?<br />
<br />
–¿Era un piojo bailando un chamamé?<br />
<br />
El yacaré los miró una vez y otra vez, uno por uno.<br />
<br />
–¿Quién era? ¿Quién era? ¿Quién era? –preguntaban todos, esperando ser nombrados.<br />
<br />
–Ya va, ya va, las buenas noticias hay que darlas despacito.<br />
<br />
–Sí, sí, ¿pero quién aparece en las manchas de la luna?<br />
<br />
–Y... lo que se podía esperar... En esos dibujos tan hermosos lo que aparece es... ¡un yacaré!<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 36px; text-align:center;color: #000;">FIN</div><br />
<br />
<br />
<div align="center" >En “El vuelo del sapo”<br />
© 2005, Gustavo Roldán<br />
© 2014, Ediciones Santillana S. A<br />
Ilustraciones: © María Elina<br />
<br />
<img src="https://3.bp.blogspot.com/-l8avtvHOs-s/XZUfN1OWMWI/AAAAAAAAEhY/klItVMI1_jUZ3xSoO7Kr02oYbiXa04eNgCLcBGAsYHQ/s1600/quien-apaga-las-estrellas2.JPG"/><br />
<br />
2º Concurso Nacional ¿Quién apaga las estrellas?<br />
Ministerio de Educación de la Nación<br />
Plan Nacional de Lectura<br />
www.planlectura.educ.ar<br />
República Argentina, mayo de 2015.<br />
</div></div><br />
</div><br />
<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; "><br />
<div align="center" >El vuelo del sapo<br />
Autor: Gustavo Roldán <br />
Ilustraciones: Luis Scafati<br />
Editorial Alfaguara<br />
Año 2005 <br />
<br />
<img src="https://3.bp.blogspot.com/-ISMJB22nxtc/XZUbwZCRv3I/AAAAAAAAEhM/eLO6dtRcloQEH9xCYrFH8wBYNh8VHWZuQCLcBGAsYHQ/s1600/El-vuelo-del-sapo-serie-morada-Alfaguara.jpg"/><br />
<br />
El sapo les asegura a todos los demás animales del monte que él sabe volar. Algunos le creen, como el piojo, o la pulga. Pero la lechuza y la vizcacha se ponen en contra de ellos. Sin embargo, mientras descubrimos si dice la verdad, nos contará muchas historias maravillosas, dejando volar su imaginación y la de todos los lectores que se deleitarán con ellas. ¿Se animan a compartir esos relatos? (Texto extraído de la contratapa del libro)<br />
<br />
Índice del libro:<br />
<br />
1. <a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2012/10/cuento-el-vuelo-del-sapo-de-gustavo.html" target="_blank"> El vuelo del sapo …9</a><br />
2. El fuego en el agua …21<br />
3. El camino y el miedo …33<br />
4. El sapucay del piojo …43<br />
5. <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/la-cancion-de-la-luna-por-gustavo-roldan.html">La canción de la luna …47</a><br />
6. El secreto de los cuatro …53<br />
7. La noche de los dinosaurios …69<br />
8. Esa noche oscura y tenebrosa …79<br />
9. El día de las mariposas …85<br />
10. El vuelo del halcón …93<br />
11. biografía del autor …101<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en:</b><br />
<b>2º Concurso Nacional ¿QUIÉN APAGA LAS ESTRELLAS? (Published on Oct 29, 2015)</b> <br />
<b>Plan Nacional de Lectura - Ministerio de Educación</b><br />
https://issuu.com/planlectura/docs/00_compilado_concurso_quien_apaga_l<br />
<br /> <b>Biblioteca Nacional de Maestros</b> <br />
<b>2° Concurso Nacional de Cuentos para chicos y chicas</b><br>
<b>¿Quién apaga las estrellas? (PDF)</b><br />
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL005992.pdf<br /><br />
PALABRAS INTRODUCTORIAS<br />
La Canción de la luna- Gustavo Roldán<br />
Ensimismado Desconcierto, sin ver que la solución está ahí nomás - Istvansch<br />
Un Decreto incomprendido - Liliana Bodoc<br />
Justicia - Paula Bombara<br />
CUENTOS PREMIADOS<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-59330706541431824422017-01-27T12:31:00.002-03:002021-08-15T09:09:14.964-03:00 <br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; ">
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/historia-del-chaja-y-de-la-buena-prensa.html"> Historia del chajá y de la buena prensa</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<br />
—¡Minga! —gritó el Diablo—. ¡A mí no me van a echar la culpa de todas las porquerías que pasan en el mundo! ¡Ya me tienen podrido!<br />
<br />
El pobre Diablo tenía razón. Si había llovido demasiado, era culpa del Diablo; si la sequía se venía larga, era cosa del Diablo; si llegaba la peste, el Diablo había metido la cola.<br />
<br />
Y cuando algo ponía contentos a los hombres, meta dar gracias a Dios y a todos los santos.<br />
<br />
—¡Carajo, carajo y tres veces carajo! ¡Lo que es tener buena prensa! ¡Pero esto no va a quedar así!<br />
<br />
Y se sentó a meditar en un brasero encendido.<br />
<br />
Pensó y pensó, pero estaba demasiado enojado para tener buenas ideas.<br />
<br />
—Mejor me preparo unos amargos.<br />
<br />
Y se levantó del brasero para poner la pava.<br />
<br />
Como era de imaginar, el agua se le calentó de más, la yerba se lavó y no se quemó la lengua simplemente porque el Diablo no se quema con un mate caliente.<br />
<br />
Al final respiró hondo, contó hasta siete mil, porque contar hasta diez no alcanza para un buen Diablo, y se tranquilizó un poco.<br />
<br />
—Hay que tomar al toro por las astas —se dijo—, y lo vamos a hacer ya mismo.<br />
<br />
Ahí nomás se comunicó con Dios y le pidió una cita para discutir algunos asuntos.<br />
<br />
—¡Cómo no! —le dijo Dios—. Venite cuando quieras y charlamos un rato.<br />
<br />
—¡Eso sí que no! ¿No sabe lo que pueden llegar a decir si ven a un diablo en el cielo? ¿Por qué no viene usted a visitarme?<br />
<br />
—¿Y las habladurías? ¿Te imaginás lo que puede decir la gente si se entera que yo estuve en el infierno? También tengo que cuidar la imagen, uno se debe a su público.<br />
<br />
—Tiene razón. Mejor busquemos un lugar neutral.<br />
<br />
—Es lo mejor —dijo Dios—. ¿Qué te parece si nos encontramos en la Tierra? De paso echamos un vistazo a las cosas de la gente.<br />
<br />
Y así fue. Una semana después se encontraron en la Tierra. Por supuesto, los dos disfrazados de hombres, porque no era cuestión de que no los dejaran charlar pidiéndoles autógrafos. Ya se sabe lo que pasa con los que son famosos.<br />
<br />
Para mayor tranquilidad, y porque a los dos les gustaba pasear por el campo, se metieron por un caminito perdido y caminaron y caminaron.<br />
<br />
El Diablo no se anduvo con vueltas y de entrada nomás planteó todas sus discrepancias con lo que andaba pasando.<br />
<br />
Dios lo escuchó atentamente, sin distraerse con los pajaritos que pasaban volando ni con el color de las flores. Al final le dijo:<br />
<br />
—Creo que tenés bastante razón, pero no hay que olvidar que aquí yo soy el bueno y vos sos el malo. Además, tan pero tan inocente no sos. Mirá que nos conocemos bien.<br />
<br />
—Sí, don Dios, pero las cosas tienen un límite. Acuérdese de la historia del diluvio y del arca de Noé. Yo no fui el que los ahogó a todos los hombres. No voy a negar que saqué mis ventajas, si era un gusto ver como llegaba gente al infierno. Fueron días de fiesta para mí.<br />
<br />
—Me imagino —dijo Dios mordiendo un palito.<br />
<br />
—Tampoco tuve nada que ver con la destrucción de Sodoma y Gomorra. Ni yo hubiese sido tan duro. No fue un trabajo muy limpio, digo, pensando en los chicos y en los recién nacidos.<br />
<br />
—Vamos, vamos, que también sacaste tus ventajas.<br />
<br />
—Sí, pero yo voy a otra cosa. A mí también me preocupa el prestigio personal, y la gente me echa la culpa de cosas con las que no tengo nada que ver.<br />
<br />
—Diablo, Diablo, somos pocos y nos conocemos. Si sabré tus historias.<br />
<br />
—No le estoy cuerpeando a mis historias, digo que me echan la culpa de algunas que son suyas. Usted también se toma sus venganzas.<br />
<br />
—¿Yo? —dijo Dios mordiendo fuerte su palito.<br />
<br />
Ya habían caminado mucho y tenían un poco de sed.<br />
<br />
En ese momento llegaron a la orilla de un río donde dos lavanderas estaban enjabonando un atado de ropa.<br />
<br />
Vaya a saber con qué facha estarían disfrazados Dios y el Diablo porque las lavanderas, apenas los vieron, comenzaron a reírse.<br />
<br />
Dios, con toda educación, dijo:<br />
<br />
—Somos dos viajeros con sed, ¿nos convidarían un jarro de agua?<br />
<br />
—Claro que sí —dijo una de las lavanderas, y le alcanzó un jarro con agua jabonosa mientras la otra se reía a más no poder.<br />
<br />
—Desde ahora ustedes serán pura espuma, como el agua que me dieron —dijo Dios.<br />
<br />
Y las dos mujeres salieron volando, convertidas en chajás.<br />
<br />
—Linda prueba —dijo el Diablo—. Muy linda prueba, digna del mejor mago. Yo admiro su habilidad, ¿pero se acuerda de lo que veníamos hablando? Ahora también me van a echar la culpa a mí.<br />
<br />
—No, nadie te va a echar la culpa. Van a decir que fue un castigo ejemplar para los que no fueron capaces de calmar la sed de un viajero. Cualquiera sabe que a nadie se le niega un vaso de agua.<br />
<br />
—¿Sabe, don Dios? Ahí es donde yo lo envidio. En cómo consigue usted tener tan buena prensa.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 36px; text-align:center;color: #000;">FIN</div><br />
<br />
<div align="center" >En: CUENTOS CON PLUMAS Y SIN PLUMAS<br />
Gustavo Roldán / Ilustraciones: Saúl Oscar Rojas<br />
CUENTAMÉRICA<br />
Editorial Sudamericana<br />
Formato: 14 x 21,5<br />
64 páginas<br />
<br />
Edad sugerida: a partir de 9 años <br />
<br />
<img src="https://3.bp.blogspot.com/-lwgahJvc-Hg/WItfoY9qsQI/AAAAAAAAB78/0iUleU2ANZIyvdS-3EM1kYIUI-aQKzcdwCLcB/s1600/Cuentos_con_plumasysinplumas_RoldanGustavo.JPG" width="500"/><br />
<br />
No es casual que los pájaros tengan tantas leyendas. Una de las cosas que más inquietó al hombre -y tal vez la que más envidia le dio- fue esa magia imposible del vuelo, un sueño que les queda a los hombres sólo a la hora de los sueños.<br />
¿Dónde empezaron las leyendas y los cuentos con pájaros? ¿Cuándo empezaron? <br />
Seguramente por esas épocas en que Dios y el Diablo se tomaban unos mates mientras discutían las cosas del cielo y del infierno. Esas historias quedaron y se fueron puliendo de camino en camino hasta dar muchas veces la vuelta al mundo.<br />
<br />
<br />
<b>Contenido:</b><br />
<br />
-Historia de churrinche.<br />
-La chuña y el zorro. <br />
-Historia de la paloma. <br />
-<a href="https://bpcd305.blogspot.com.ar/2017/01/el-chingolo-de-gustavo-roldan.html" target="_blank">El chingolo.</a> <br />
-Historia del sietecolores. <br />
-Historia del cuervo. <br />
<b>-<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/historia-del-chaja-y-de-la-buena-prensa.html">Historia del chajá y de la buena prensa.</a> </b><br />
-Leyenda del cacuy.<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b> <br />
<a href="http://www.imaginaria.com.ar/13/7/chaja.htm" target="_blank"> REVISTA IMAGINARIA</a><br />
N° 137 | FICCIONES | 15 de septiembre de 2004<br />
Cuento extraído con autorización del autor y los editores del libro Cuentos con plumas y sin plumas (Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004. Colección Cuentamérica).<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-57645661882233281032017-01-27T12:11:00.001-03:002021-08-15T00:57:31.976-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style="font-size: 18px; padding: 10px; text-align: left;">
<div align="left"><div class="chat-bubble">Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/cuento-la-creciente-de-gustavo-roldan.html">LA CRECIENTE</a> <br />
<div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<br />
El río crecido tronaba y rugía como diez mil leones juntos. A la orilla, el oso hormiguero y el quirquincho miraban los troncos y los árboles arrastrados que daban vueltas y vueltas.<br />
<br />
El sapo llegó y miró el agua con indiferencia.<br />
<br />
—Don sapo, el río lleva árboles enteros —dijo el quirquincho—. ¿Vio qué creciente más grande?<br />
<br />
—¿Grande? No me haga reír m'hijo. Grandes eran las crecientes de antes.<br />
<br />
—¿Sí, don sapo? ¿Llevaban árboles?<br />
<br />
—No, m'hijo, árboles no. No se molestaban con cosas chicas. Llevaban el monte entero.<br />
<br />
—¿Y adónde iba a parar ese monte?<br />
<br />
—Nunca faltaba un lugar sin árboles, y ahí dejaban todo el monte. Y dejaban los árboles con pájaros y todo.<br />
<br />
—¿Y usted vio esas crecientes? —preguntó el oso hormiguero.<br />
<br />
—¿Si las vi? Con decirle que una noche me agarró una y me llevó tan lejos como usted no se imagina. Me hizo dar media vuelta al mundo.<br />
<br />
—¿Media vuelta al mundo, don sapo? ¡Qué barbaridad! ¿Y cómo hizo para volver?<br />
<br />
—¿Volver? Era imposible volver. ¿No le digo que estaba en la otra punta del mundo?<br />
<br />
—Pero ahora está aquí otra vez.<br />
<br />
—Sí m'hijo. Pero no volví. Usted sabe que el mundo es redondo, ¿no? Bueno, entonces me quedé ahí, y esperé y esperé.<br />
<br />
—¿Qué esperaba, don sapo? —preguntó el quirquincho.<br />
<br />
—Otra creciente, m'hijo. Un año entero esperé. Ya me estaba acostumbrando a vivir ahí cuando justo vi que se venía una.<br />
<br />
—¿Qué hizo, don sapo?<br />
<br />
—Me tiré de cabeza en medio de la creciente, y seguí para adelante, dando la otra vuelta al mundo. Cuando la creciente pasó por aquí, me bajé.<br />
<br />
—¿Y el monte, don sapo?<br />
<br />
—Me lo traje conmigo. ¿No ven que está aquí? Eso sí, dejé algunos árboles de recuerdo y me traje unas palmeras del África. ¿De dónde creen que salen esas palmeras?<br />
<br />
El río seguía rugiendo como diez mil leones juntos. El sapo se fue saltando, mordiendo el palito de una flor de mburucuyá.<br />
<br />
Al alejarse miró al río de reojo, diciendo:<br />
<br />
—Ja, si sabrá de crecientes este sapo.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="color: black; font-size: 36px; text-align: center;">FIN</div><br />
<br />
<div align="center">En: "El carnaval de los sapos". Ilustraciones de Raúl Fortín. <br />
Buenos Aires, Editorial Sudamericana. Colección Pan Flauta.<br />
<br />
<img src="https://2.bp.blogspot.com/-xIDh1afkopA/WItfokUJFCI/AAAAAAAAB8A/DNIGXtR39zcqshDFQrl1hZ8i7ikyyVX6QCLcB/s1600/el_carnaval_de_los_sapos_Gustavo_Roldan.JPG" width="400" /><br />
Desde los 9 años.<br />
Autor: Gustavo Roldán / Raúl Fortín (ilustr.)<br />
Año de edición: 1a ed. 1995/ 9a ed. 2009<br />
Cant. de páginas: 64<br />
<br />
– ¡Ja, si sabrán los sapos de Carnavales!<br />
Tanto saben y tanto les gustan, que tienen varios carnavales al año.<br />
Y también saben de huellas, del origen del arco iris, de crecientes y puntos cardinales. Y lo que no sabe Don Sapo, con un poco de tiempo y astucia lo inventa.<br />
Las historias de Don Sapo en medio del monte tienen el sabor de los cuentos populares y la herencia de las fábulas. Con la frescura de un lenguaje coloquial, Gustavo Roldán recrea un ambiente natural lleno de sabiduría y de humor.<br />
<br />
<b><u>CONTENIDO:</u></b><br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/cuento-la-creciente-de-gustavo-roldan.html">La creciente</a><br />
Las huellas del tatú<br />
El gran concurso<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/10/cuento-animal-de-pelo-fino-gustavo.html" target="_blank">Animal de pelo fino</a><br />
El carnaval de los sapos.</div></div><br />
</div><br />
<div style="background-color: #b8d987; font-size: 12px; color: black; margin: 0 auto; padding: 10px; text-align: center;"><b>Visto y leído en: </b><br />
<br />
<b>Cuentos al sur del mundo 2 - Chaco / Corrientes / Formosa / Entre Ríos / Santa Fé / Misiones</b><br />
<b>Published on Jan 19, 2016 - Narrativa Cardinal Argentina </b><br />
<b>Plan Nacional de Lectura Ministerio de Educación</b><br />
https://issuu.com/planlectura/docs/2-nea_20espan_cc_83ol<br />
<br />
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-O5iD_2oJm_o/WItfgcZQwYI/AAAAAAAAB74/vE241thZyyoDtpk7D9H7r5vcN6xtwgziACLcB/s1600/cuentos_al_sur_del_mundo_GustavoRoldan.JPG" width="700" /><br />
<br />
<b><u>CONTENIDO:</u></b><br />
La creciente - Gustavo Roldán<br />
Kilómetro 11 - Mempo Giardinelli<br />
Decir amigo - Norberto Lischinsky<br />
Los mocasines de Van Gogh - Martín Alvarenga<br />
Agua hervida - Darwy Berti<br />
Desde el pozo - Orlando Van Bredam<br />
Abuelo - Hugo del Rosso<br />
Aarón y la cabra - Perla Suez<br />
El tren gaucho - Juan José Manauta<br />
El service - María Inés Krimer<br />
El Gato - Patricia Suárez<br />
Piedras como estrellas - Angélica Gorodischer<br />
El casamiento - Olga Zamboni<br />
La vaca - Rosita Escalada Salvo<br />
<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-50859777340400282242017-01-26T15:09:00.002-03:002021-08-15T00:52:36.313-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;">
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/el-ojo-del-tigre-de-gustavo-roldan.html"> EL OJO DEL TIGRE</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<br />
Ahí estaba, reluciente, casi imposible ojo de tigre que miraba fijo y hacía correr un estremecimiento por la piel. Rodeado de otros mil ojos era el único que importaba, el único que hacía poner los pelos de punta, que hacía secar la boca y sentir ese cosquilleo que casi se parecía al miedo.<br />
<br />
Desde el primer momento se llamó así, “el ojo del tigre”. Y ahí estaba, como esperando la repetida visita del Negro, que pasaba mañana y tarde para mirarlo una y otra vez, entre las bolitas de ese infinito frasco que guardaba los sueños de los chicos.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-cC5EOhhsTkc/WIo2de3iaRI/AAAAAAAAB64/WmGe1HNs4AcbnTk-2UVPXWnzgvUFA78RQCLcB/s1600/El_ojo_del_tigre_GustavoRoldan_2.JPG"/></div><br />
Las bolitas eran azules, verdes, rojas, amarillas, de colores mezclados, las más increíbles combinaciones que uno pudiera imaginar.<br />
<br />
Atilio, el Negro, Miguel, todos los chicos pasaban algunos de sus mejores momentos con las narices pegadas a la vidriera, mirando el frasco de bolitas. Cada uno elegía esta y esta y aquella otra en una imposible elección porque todas eran hermosas. Y la más hermosa era esa roja con vetas verdes y blancas, hasta que se miraba la azul con tonos más claros y oscuros. Y los ojos solos saltaban al marrón y naranja que daba una sensación de movimiento o al amarillo limón que podía comerse como un caramelo. Y entonces comenzaban a cambiar los sabores, y del gusto a frutilla se pasaba a la menta, al sabor a naranja o al más ácido del limón y al más suave del dulce de leche. Y el olor de las frutillas se mezclaba con el olor de la menta, de las mandarinas, de las naranjas.<br />
<br />
No era nada fácil decidirse por una o por otra.<br />
<br />
–Para mí, tienen que ser todas –dijo Miguel sin poder elegir.<br />
<br />
–Me gustaría ser el hombre invisible –dijo Atilio–. Me llenaría los bolsillos de bolitas y saldría corriendo.<br />
<br />
–Que no se lleve la mía –murmuró el Negro pensando en el hombre invisible.<br />
<br />
–¿Qué? –preguntó Atilio.<br />
<br />
–No, nada… Pensaba nomás.<br />
<br />
–Bueno –dijo Miguel–, me decido y basta. Tengo plata para una sola. ¿Ustedes tienen?<br />
<br />
–Yo sí –dijo Atilio–. Para una. ¿Vos Negro?<br />
<br />
El Negro metió las manos en los bolsillos del pantalón y los sacó para afuera. Se encogió de hombros y volvió a meter los bolsillos.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://2.bp.blogspot.com/-md6_bZM9EMw/WIo2hj6YI5I/AAAAAAAAB68/GMX5shsBgT8m_tOZfVke0MiizqeGl7QagCLcB/s1600/El_ojo_del_tigre_GustavoRoldan_3.JPG"/></div><br />
Entraron juntos, como con miedo por tanta responsabilidad de tener que decidirse por una sola bolita.<br />
<br />
–¡Que no elijan el ojo del tigre! –pensaba el Negro como en un ruego.<br />
<br />
El hombre los atendió con paciencia. De sobra conocía esos compradores que lo hacían perder una hora para comprar una bolita. Pero mientras no hubiera otros clientes… Y él también había sido chico…<br />
<br />
Dieron vueltas y más vueltas poniendo las bolitas de a dos o de a tres juntas en la palma de la mano. Compararon una y otra vez, opinaron todos, discutieron, y al final, después de las últimas indecisiones, Atilio y Miguel apartaron una piedra de luz cada uno.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-nzCP4umOZ_k/WIo2hkciEfI/AAAAAAAAB7E/KVO8FRU6fesYVCAJafAO5xxKccKcfVEzQCLcB/s1600/El_ojo_del_tigre_GustavoRoldan_4.JPG" width="700"/> </div><br />
Entregaron sus monedas y con una última mirada al frasco, como para constatar que no se habían equivocado, salieron a la calle.<br />
<br />
–¡Eh, muchacho! –dijo el hombre llamando al Negro que iba atrás–. ¿Y vos?<br />
<br />
–¿Yo qué?<br />
<br />
–¿No vas a llevar ninguna?<br />
<br />
–No, señor, hoy no.<br />
<br />
–Vení, te regalo una. Pero con una condición, no estés una hora como tus amigos para elegir.<br />
<br />
El Negro sintió las piernas flojas, la boca se le secó mientras se acercaba al mostrador con los ojos clavados en el frasco de vidrio. Él no tendría ningún problema en elegir. Sabía cuál era la mejor.<br />
<br />
Dentro del frasco brillaban los colores, pero ahora el ojo del tigre no estaba. Hizo girar el frasco hasta dar la vuelta completa.<br />
Como con burla lo miraban infinitos ojos rojos, azules, verdes, ojos que se continuaban uno al lado del otro y que eran hermosos, todos eran hermosos, pero al Negro no le importaban.<br />
Lo único que le importaba era encontrar el ojo del tigre y que no tenía tiempo para revolver todo el frasco de bolitas. Ahí, en algún lugar secreto, se había escondido justo en el momento que más necesitaba verlo.<br />
<br />
El Negro sintió que el tiempo se le iba, que el trato era meter la mano y sacar una, que no tenía derecho a molestar a ese señor que había dicho “con una condición…”.<br />
Sintió bronca contra un destino que le tiraba tantas piedritas, sintió que podía sacar cualquier otra bolita, todas eran hermosas. Pero él no quería cualquier bolita.<br />
<br />
–¿Y? –preguntó el hombre.<br />
<br />
Fue amable, pero el Negro entendió que su tiempo estaba vencido.<br />
<br />
–¿Puedo meter la mano? –preguntó con una voz que parecía rendirse.<br />
<br />
–Claro –dijo el hombre.<br />
<br />
El Negro hundió los dedos en una última jugada al azar haciendo la apuesta más grande del mundo. Tocó suavemente, casi sin respirar, esa oscuridad del centro del frasco, rozando con las yemas los escondidos soles de colores.<br />
Tomó uno, como si tomara el destino, y sacó la mano apretando una bolita entre los dedos. Miró sin creer lo que estaba viendo.<br />
<br />
El hombre alzó el frasco y lo puso otra vez en la vidriera.<br />
<br />
–Chau, muchacho –dijo.<br />
<br />
–Gracias, señor –dijo el Negro–, muchas gracias.<br />
<br />
Salió caminando despacio, mirando el ojo del tigre que echaba luces en la palma de su mano.<br />
El corazón le hacía un ruido que le llegaba hasta los pies.<br />
<br />
–¡Mirá que sos suertudo, Negro! –dijo Atilio.<br />
<br />
–Te estuvimos mirando por la vidriera –dijo Miguel–. ¡Si te hubieras visto la cara!<br />
<br />
La cara del Negro se fue haciendo una pura sonrisa. Le brillaron los dientes. Comenzó a caminar sin decir nada.<br />
<br />
Esa tarde la puntería del Negro ganó las aclamaciones de los chicos. No había dudas, era casi mágico ese ojo del tigre al que todos querían mirar de cerca y tocar.<br />
<br />
Cuando las llamadas de las mamás marcaron la hora de entrar, los bolsillos del Negro estaban llenos de bolitas ganadas, y las miradas de los chicos mezclaban envidia y admiración. El Negro llegó a su casa flotando en una nube.<br />
<br />
Se sacudió las piernas llenas de tierra y se limpió las manos en los pantalones antes de entrar. La mamá del Negro lo miró de pies a cabeza y el Negro fue corriendo a lavarse, sin ninguna protesta.<br />
<br />
Hizo los deberes, hizo dos mandados, comió sin hablar con la boca llena, no les quitó nada de postre a sus hermanos, y hasta dejó que todos mirasen y tocasen el ojo del tigre. Su papá mostró todavía más entusiasmo que sus hermanos, lo que lo llenó de orgullo.<br />
<br />
–A mí me hubiera gustado tener una bolita así –dijo.<br />
<br />
A la hora de dormir se lavó las manos, los dientes, la cara. Sin protestar.<br />
<br />
Esa noche el Negro soñó los sueños más hermosos. Soñó que volaba, y hacía mucho que no soñaba con esos vuelos tan suaves después del primer esfuerzo en partir.<br />
<br />
Soñó que remaba en una canoa con la Cecilia y que la Cecilia cantaba guaranias para él. Y hacía mucho que no remaba y la Cecilia nunca le había cantado una guarania.<br />
<br />
Soñó que corría montando un potro por un espacio enorme y lleno de luz. Soñó que miraba las estrellas, y las Tres Marías y la Cruz del Sur eran luces que se juntaban con las flores del jacarandá y el vuelo del picaflor.<br />
<br />
Soñó que el sol comenzaba a comerse la noche y a dar algo así como una idea del reino perdido. Y entonces se despertó, con un rayo de sol que entraba por la ventana, justo justo para darle en los ojos y despertarlo.<br />
<br />
–Pucha que estaban lindos los sueños –dijo–. Así da gusto dormir.<br />
<br />
Sacó el ojo del tigre de debajo de la almohada. Lo hizo girar lentamente entre los dedos, como para no dejarlo nunca.<br />
Pero todavía faltaba lo más importante. Ahora sí que iba a ser el día… No había sido fácil decidirse. Ese ojo del tigre era una cosa única, estaba seguro de que no existía en el mundo nada igual.<br />
<br />
Se preparó para ir a la escuela. Temprano, con tiempo de sobra, tomó el desayuno.<br />
<br />
–Estás contento, Negro –dijo la mamá del Negro–. ¿Qué te pasa?<br />
<br />
–Debe estar planeando alguna de sus barrabasadas –dijo el papá del Negro.<br />
<br />
–Y… un poco las dos cosas –dijo el Negro.<br />
<br />
Cuando llegó a la escuela solo había algunas chicas. Ya se sabe que las mujeres siempre llegan temprano a la escuela.<br />
<br />
Con las manos en los bolsillos se acercó adonde estaba la Cecilia.<br />
Sacó la mano cerrada y, como de paso, dijo:<br />
<br />
–Tomá Cecilia, es para vos.<br />
<br />
Los bolsillos del Negro quedaron vacíos, llenos de bolitas de todos colores, pero vacíos, ahora que ya no era más el dueño del ojo del tigre. Y le resultaba raro tener los bolsillos tan vacíos pero la boca y los ojos tan llenos de ganas de reír.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://2.bp.blogspot.com/-JIxV-pb4s7w/WIo2hun7aAI/AAAAAAAAB7A/XELiS81Cd58btXjvhwCapuvAbdeHgNqkwCLcB/s1600/El_ojo_del_tigre_GustavoRoldan_5.JPG"/></div><br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 36px; text-align:center;color: #000;">FIN</div><br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://4.bp.blogspot.com/-479B1liKwpY/WIo2dWYLbLI/AAAAAAAAB60/ZHsa3W-b934YBvPNOWgKNw6t8dz5HqjrgCLcB/s1600/El_ojo_del_tigre_GustavoRoldan_1.JPG"/><br />
<br />
<br />
“El ojo del tigre” en "Todos los juegos el juego"<br />
© Gustavo Roldán, 1991<br />
© Ediciones Santillana S.A, 2014<br />
Ilustraciones: © Ernesto Navarro Moreno<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-4iOH8lm2Hlg/XY_bDZFpeNI/AAAAAAAAEfs/PrCykcKfE-wxTgkkDtmKr6siNGYZlsyIgCLcBGAsYHQ/s1600/todos-los-juegos-el-juego-GustavoRoldan-Alfaguara.JPG" width="300"/> </div><br />
<b>FICHA TÉCNICA</b><br />
TÍTULO: Todos los juegos el juego<br />
AUTOR: Gustavo Roldán<br />
ILUSTRADOR: Daniel Roldán<br />
EDITORIAL: Alfaguara<br />
COLECCIÓN: Serie Morada<br />
EDAD: Desde 8 años<br />
<br />
<b>CUENTOS QUE INTEGRAN EL LIBRO:</b><br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2013/05/cuento-el-trompo-de-palo-santo-de.html" target="_blank"> El trompo de palo santo</a><br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2012/11/cuento-la-bicicleta-roja-de-gustavo.html" target="_blank"> La bicicleta roja</a><br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/el-ojo-del-tigre-de-gustavo-roldan.html">El ojo del tigre</a><br />
Un pájaro de papel<br />
El otro lado de la puerta<br />
</div></div><br />
</div><br />
<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 16px; text-align:center; padding: 20px; ">Colección: ¿Quién apaga las estrellas?<br />
<b>Plan Nacional de Lectura <br />
Ministerio de Educación de la Nación<br />
www.planlectura.educ.ar<br />
República Argentina, mayo de 2014</b><br />
<br />
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-jFo-OugI1TE/XY_bDTys6PI/AAAAAAAAEfo/zk9Lptd8UuADLJYwjDbFvaaLywN6RJNtACLcBGAsYHQ/s1600/QUIEN_APAGA_LAS_ESTRELLAS.JPG" width="300"/> <br />
<br />
Con el objetivo de afianzar la escritura como herramienta para crear nuevos universos ficcionales el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi) y el Ministerio de Educación llevaron adelante estos Concursos Nacionales de Cuentos, dirigidos a chicos de 8 a 13 años.<br />
<br />
<b>Contenido: </b><br />
PALABRAS INTRODUCTORIAS<br />
HOMENAJE A GUSTAVO ROLDÁN<br />
<a href=" https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/el-ojo-del-tigre-de-gustavo-roldan.html" target="_blank">EL OJO DEL TIGRE - Gustavo Roldán</a><br />
<a href="https://bpcd-devetach.blogspot.com/2017/02/el-hombrecito-verde-y-su-pajaro-laura.html" target="_blank"> EL HOMBRECITO VERDE Y SU PÁJARO - Laura Devetach</a><br />
LOS DUELISTAS - Ema Wolf<br />
<a href="https://bpcd111.blogspot.com/2017/02/la-boca-del-leon-ricardo-marino.html" target="_blank"> LA BOCA DEL LEÓN - Ricardo Mariño</a> <br />
CUENTOS PREMIADOS</div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b><br />
<b>1º CONCURSO QUIÉN APAGA LAS ESTRELLAS (Published on Oct 29, 2015)</b><br />
<b>Plan Nacional de Lectura Ministerio de Educación</b><br />
https://issuu.com/planlectura/docs/00_compilado_concurso_quien_apaga_l_4a6ce487a57560<br /><br />
<b>Gustavo Roldán - Biblioteca Nacional de Maestros</b><br />
<b>1° Concurso Nacional ¿Quién apaga las estrellas? (PDF)</b><br />
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL006192.pdf<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-85032322802279405782017-01-25T18:37:00.005-03:002021-08-15T11:01:35.179-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left"><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/prohibido-el-elefante-de-gustavo-roldan.html">Prohibido el Elefante</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style="font-size: 18px; padding: 10px; text-align: left;">Las cosas andaban mal en el monte. Muchos animales miraban para arriba o silbaban haciéndose los distraídos cuando se cruzaban con otros. Y también comenzaron los rumores.<br />
<br />
Los de aquí decían esto y lo otro de los de allá. Los de allá decían lo otro y esto de los de aquí.<br />
<br />
Y casi todos estaban peleados con casi todos.<br />
<br />
-Y, sí -decía el tapir-, mire lo que anda diciendo el quirquincho, que el elefante es un bicho así y del tamaño de un ratón. Ésas son ideas del sapo, son ideas foráneas, contrarias al sentir nacional.<br />
<br />
-Y, sí -decía el ñandú-, mire lo que anda diciendo el oso hormiguero, que el elefante es un bicho así y del tamaño de un caballo. Ésas son ideas de la lechuza. Son ideas contrarias a nuestra legítima tradición.<br />
<br />
Y el coatí que decía esto de la iguana. Y el tatu que decía aquello del mono. Y el zorro que decía lo de más allá de la tortuga.<br />
<br />
Y nadie estaba contento.<br />
<br />
Nadie. Y menos todavía la pulga, que había vivido en un circo y conocía un montón de elefantes. Pero ya se sabe, a las pulgas nadie les hace caso.<br />
<br />
-Bueno, bueno -dijo el jaguar-, que estaba convencido de que el elefante era del tamaño de un ratón-, vamos a terminar con esta discusión.<br />
<br />
El puma, que opinaba que el elefante era un bicho cogotudo y de patas largas dijo:<br />
<br />
-Sí, sí, hay que poner un poco de orden. Hagamos unas elecciones y listo.<br />
<br />
-Eso, eso -dijo el jaguar-. Y no perdamos más tiempo. Y cada cual se fue por su lado a organizar las elecciones. Nombraron a sus representantes, formaron un colegio electoral, dictaron las leyes de propaganda y arreglaron todos los problemas legales.<br />
<br />
Claro que eso se parecía muy poco a unas elecciones, porque en esa época los que mandaban eran el jaguar y el puma. A veces discutían entre ellos, y entonces los animales tenían libertad para elegir: podían elegir lo que opinaba el jaguar o podían elegir lo que opinaba el puma. Lo único que no podían era pensar otra cosa, porque, como decía la vizcacha, ¿para qué querían pensar si es más cómodo obedecer?<br />
<br />
Y muchos estaban de acuerdo. Les gustaba estar de acuerdo con el jaguar o con el puma. Eso tenía sus ventajas.<br />
<br />
Y se largó la campaña. Los carteles del jaguar decían: Los elefantes son así y del tamaño de un ratón ¡Viva el jaguar!<br />
<br />
Los carteles del puma decían: Los elefantes son así y del tamaño de un caballo ¡Viva el puma!<br />
<br />
La pulga también quiso poner los carteles, pero las leyes se lo prohibían, porque prohibían opinar a todo aquel cuyo nombre empezara con pul.<br />
<br />
-Es una ley injusta -dijo la pulga.<br />
<br />
-¿Injusta? ¿Por qué? Nos toca a todos por igual -dijo la vizcacha-. Cualquiera podría tener un nombre que empiece con pul.<br />
<br />
-Dura lex, sed lex -dijo la lechuza.<br />
<br />
-Claro que sí -dijo la vizcacha-. Hace falta una ley dura aunque nos dé sed.<br />
<br />
La lechuza no quiso aclarar, porque la pulga estaba escuchando, que ella había dicho en latín “dura ley, pero ley”.<br />
<br />
Pero cuando se fue la pulga decidieron cambiarla. Ahora diría, para que nadie pudiera andar discutiendo: “prohibido opinar a todos aquellos cuyo nombre empiece con peritonitis, pedagogía, dinosaurio o pul”.<br />
<br />
-Ley pareja no es rigurosa -dijo la lechuza-. Ahora no podrá decir nada esa pulga. Para mí que tiene ideas foráneas.<br />
<br />
-¿Les parece? ¿Tan chiquita y ya con ideas foráneas? Es el colmo esta juventud -dijo la vizcacha muy preocupada.<br />
<br />
Pero la pulga era pulga de pelea, y no se rendía tan fácilmente. Se puso a trabajar día y noche y escribió mil carteles así... pero por el tamaño que tenían nadie los pudo leer.<br />
<br />
El día de las elecciones no faltó ninguno. Bueno, en realidad faltaron muchísimos: todos aquellos a los que no les importaban las opiniones del jaguar ni del puma, pero a ésos, nadie los tenía en cuenta.<br />
<br />
Cuando terminaron de votar, contaron los votos. Los contaron cuidadosamente, una y otra vez, pero no había nada que hacerle, eran exactamente iguales; 7427 votos para el jaguar; 7427 votos para el puma.<br />
<br />
-Amigo puma -dijo el jaguar-, esto no tiene solución. Tal vez podamos llegar a un acuerdo. Y hablaron y hablaron.<br />
<br />
Cuando terminaron de hablar, confundidos en un gran abrazo, aparecieron ante los animales que esperaban el resultado final.<br />
<br />
-Queridos animales -dijo el puma.<br />
<br />
-Animales queridos -dijo el jaguar.<br />
<br />
-Por unanimidad -dijeron los dos-, hemos decidido terminar con esta discusión, porque lo importante es que estemos unidos frente a la opinión del mundo ya que ante todo somos derechos y animales. Ya no existen más problemas, hemos decidido que los elefantes no existen.<br />
<br />
-¡Viva, viva! -gritó la vizcacha-. ¡Claro que los elefantes no existen!<br />
<br />
-¡Los elefantes no existen! -gritaron los admiradores del puma.<br />
<br />
-¡Los elefantes no existen! -gritaron los admiradores del jaguar.<br />
<br />
Y se fueron contentos. Para un lado y para el otro. Todos contentos. ¿Todos?<br />
<br />
Bueno, todos no. Porque la pulga, acordándose de la trompa de los elefantes, de las patas de los elefantes, de los grandes colmillos de los elefantes, y de esas orejotas por donde había paseado tantas veces, en sus años de circo, estaba que lloraba de rabia.<br />
<br />
Y entonces se acordó de una frase de un tal Bioy Casares que decía: <br />
“El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que subestima la estupidez.”<br />
<br />
La pulga se puso a trabajar noche y día. Y escribió y escribió, repitiendo la frase en mil carteles, que fue pegando en cada uno de los árboles del monte. Y pegó mil carteles así... pero por el tamaño que tenían nadie los pudo leer. ¿Nadie?<br />
<br />
Bueno, tal vez no tanto como eso, porque los leyeron un bicho colorado, el piojo chamamecero y la vaquita de San Antonio. Y el bicho colorado le contó al sapo. Y la vaquita de San Antonio le contó al picaflor. Y el sapo le contó al yacaré. Y el picaflor le contó a la calandria. Y la calandria le contó al teru teru, que lo fue desparramando por los alrededores de la laguna grande.<br />
<br />
¿Y el piojo chamamecero?<br />
<br />
El piojo chamamecero me lo contó a mí, para que escriba esta historia de pulgas y elefantes y otras yerbas, y para que se la cuente a todos los chicos.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="color: black; font-size: 36px; text-align: center;">FIN</div><br />
<br />
<div align="center"><img src="https://3.bp.blogspot.com/-h5zMN7F__z4/WIkbj5HM8cI/AAAAAAAAB40/zKtykYKXm8k9kR5AyEAq-fkKkzlZ4FuYACLcB/s1600/prohibido_el_elefante_gustavo_roldan.JPG" width="400" /><br />
Prohibido el elefante<br />
Gustavo Roldán<br />
Editorial Sudamericana<br />
A partir de 9 años<br />
Humor<br />
<br />
Cuentos con pulgas y zorros, tigres y tapires, sapos y piojos, <br />
y un montón de animales más del monte chaqueño.<br />
Algún cuento no tan serio y otros menos todavía, <br />
porque la risa, ya se sabe, eso sí que es una cosa seria.<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style="background-color: #b8d987; color: black; font-size: 12px; margin: 0px auto; padding: 10px; text-align: center;"><b>Visto y leído en:</b><br /><br /> <b>Blog: Lengua y Literatura E.M.E.I. Publicado por Gabriela Bibiloni</b><br />
Sitio creado por los que trabajamos en Lengua y Literatura en E.M.E.I. con la intención de compartir tanto materiales que puedan resultar de utilidad e interés, como la experiencia de construcción cotidiana de este sitio.<br />
https://lylemei.blogspot.com/2012/10/prohibido-el-elefante-gustavo-roldan.html<br />
<br />
<b>YOUTUBE: Canal Por qué leer, de Cecilia Bona </b>
<b>Video: AUDIOLIBRO PARA NIÑOS Y NIÑAS +7 | Gustavo Roldán - Prohibido el elefante</b><br />
https://www.youtube.com/watch?v=nboNqZEYpW0<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-27383541358335202622017-01-25T17:41:00.001-03:002021-08-15T13:09:43.403-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/cruel-historia-de-un-pobre-lobo.html">Cruel historia de un pobre lobo hambriento</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; "><br />—¿Y cuentos, don sapo? ¿A los pichones de la gente le gustan los cuentos? —preguntó el piojo.<br />
<br />
—Muchísimo.<br />
<br />
—¿Usted no aprendió ninguno?<br />
<br />
—¡Uf! un montón.<br />
<br />
—¡Don sapo, cuéntenos alguno! —pidió entusiasmada la corzuela.<br />
<br />
—Les voy a contar uno que pasa en un bosque. Resulta que había una niñita que se llamaba Caperucita Roja y que iba por medio del bosque a visitar a su abuelita. Iba con una canasta llena de riquísimas empanadas que le había dado su mamá...<br />
<br />
—¿Y su mamá la había mandado por medio del bosque? —preguntó preocupada la paloma.<br />
<br />
—Sí, y como Caperucita era muy obediente...<br />
<br />
—Más que obediente, me parece otra cosa —dijo el quirquincho.<br />
<br />
—Bueno, la cuestión es que iba con la canasta llena de riquísimas empanadas...<br />
<br />
—¡Uy, se me hace agua la boca! —dijo el yaguareté.<br />
<br />
—¿Usted también piensa en esas empanadas? —preguntó el monito.<br />
<br />
—No, no —se relamió el yaguareté—, pienso en esa niñita, tan tiernita...<br />
<br />
—No interrumpan que sigue el cuento —dijo el sapo; y poniendo voz de asustar continuó la historia—: cuando Caperucita estaba en medio del bosque se le apareció un lobo enorme, hambriento...<br />
<br />
—¡Es un cuento de miedo! ¡Qué lindo! —dijo el piojo saltando en la cabeza del ñandú—. A los que tenemos patas largas nos gustan los cuentos de miedo.<br />
<br />
—Bueno, decía que entonces le apareció a Caperucita un lobo enorme, hambriento...<br />
<br />
—¡Pobre...! —dijo el zorro.<br />
<br />
—Sí, pobre Caperucita —dijo la pulga.<br />
<br />
—No, no —aclaró el zorro—, yo digo pobre el lobo, con tanta hambre. Siga contando, don sapo.<br />
<br />
—Y entonces el lobo le dijo: "Querida Caperucita, ¿te gustaría jugar una carrera?".<br />
<br />
"¡Cómo no!", dijo Caperucita. "Me encantan las carreras".<br />
<br />
"Entonces yo me voy por este camino y tú te vas por ese otro".<br />
<br />
—¿<i>Tú te vas</i>? ¿Qué es <i>tú te vas</i>? —preguntó intrigado el piojo.<br />
<br />
—No sé muy bien —dijo el sapo—, pero la gente dice así. Cuando se ponen a contar un cuento a cada rato dicen <i>tú y vosotros</i>. Se ve que eso les gusta.<br />
<br />
—¿Y por qué no hablan más claro y se dejan de macanas?<br />
<br />
—Mire m'hijo, parece que así está escrito en esos libros de dónde sacan los cuentos.<br />
<br />
—Y cuando hablan, ¿también dicen esas cosas?<br />
<br />
—No, ahí no. Se ve que les da por ese lado cuando escriben.<br />
<br />
—Ah, bueno, no es tan grave entonces —dijo el monito—. ¿Y qué pasó después?<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://4.bp.blogspot.com/-RjQVylxejHA/WIkPjzcBgoI/AAAAAAAAB4k/dsPxLnBjQBACkj56ND6vv6y4Rj73LBkYQCLcB/s1600/cruel_historia_de_un_pobre_lobo_GustavoRoldan_Luis%2BScafati.jpg" width="700"/></div><br />
—Y entonces cada uno se fue por su camino hacia la casa de la abuela. El lobo salió corriendo a todo lo que daba y Caperucita, lo más tranquila, se puso a juntar flores.<br />
<br />
—¡Pero don sapo —dijo el coatí—, esa Caperucita era medio pavota!<br />
<br />
—A mí me hubiera gustado correr esa carrera con el lobo —dijo el piojo—. Seguro que le gano.<br />
<br />
<br />
—Bueno, el asunto es que el lobo llegó primero, entró a la casa, y sin decir <i>tú</i> ni <i>vosotros</i> se comió a la vieja.<br />
<br />
—¡Pobre! —dijo la corzuela.<br />
<br />
—Sí, pobre —dijo el zorro—, qué hambre tendría para comerse una vieja.<br />
<br />
—Y ahí se quedó el lobo, haciendo la digestión —siguió el sapo—, esperando a Caperucita.<br />
<br />
—¡Y la pavota meta juntar flores! —dijo el tapir.<br />
<br />
—Mejor —dijo el yaguareté—, déjela que se demore, así el lobo puede hacer la digestión tranquilo y después tiene hambre de nuevo y se la puede comer.<br />
<br />
—Eh, don yaguareté, usted no le perdona a nadie. ¿No ve que es muy pichoncita todavía? —dijo la iguana.<br />
<br />
—¿Pichoncita? No crea, si anda corriendo carreras con el lobo no debe ser muy pichoncita. ¿Cómo sigue la historia, don sapo? ¿Le va bien al lobo?<br />
<br />
<br />
—Caperucita juntó un ramo grande de flores del campo, de todos colores, y siguió hacia la casa de su abuela.<br />
<br />
—No, don sapo —aclaró el zorro—, a la casa de la abuela no. Ahora es la casa del lobo, que se la ganó bien ganada. Mire que tener que comerse a la vieja para conseguir una pobre casita. Ni siquiera sé si hizo buen negocio.<br />
<br />
—Bueno, la cuestión es que cuando Caperucita llegó el lobo la estaba esperando en la cama, disfrazado de abuelita.<br />
<br />
—¿Y qué pasó?<br />
<br />
—Y bueno, cuando entró, el lobo ya estaba con hambre otra vez, y se la tragó de un solo bocado.<br />
<br />
—¿De un solo bocado? ¡Pobre! —dijo el zorro.<br />
<br />
—Sí, pobre Caperucita —dijo la paloma.<br />
<br />
—No, no, pobre lobo. El hambre que tendría para comer tan apurado.<br />
<br />
—¿Y después, don sapo?<br />
<br />
—Nada. Ahí terminó la historia.<br />
<br />
—¿Y esos cuentos les cuentan a los pichones de la gente? ¿No son un poco crueles?<br />
<br />
—Sí, don sapo —dijo el piojo—, yo creo que son un poco crueles. No se puede andar jugando con el hambre de un pobre animal.<br />
<br />
—Bueno, ustedes me pidieron que les cuente... No me culpen si les parece cruel.<br />
<br />
—No lo culpamos, don sapo, a nosotros nos interesa conocer esas cosas.<br />
<br />
—Y otro día le vamos a pedir otro cuento de esos con<i> tú</i>.<br />
<br />
—Cuando quieran, cuando quieran —dijo, y se fue a los saltos murmurando—: ¡Si sabrá de <i>tú <i></i></i>y de <i>vosotros<i></i></i> este sapo!<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" font-size: 36px; color: #000;text-align:center;">FIN</div><br />
<br />
<div align="center" >Sapo en Buenos Aires<br />
Gustavo Roldán<br />
Ilustraciones: Luis Scafati<br />
ALFAGUARA INFANTIL<br />
(Desde 8 años)<br />
<br />
<img src="https://1.bp.blogspot.com/-B0eQ-kwPbno/WIkPgE7t5vI/AAAAAAAAB4g/S5FbnCUk1HQmdY1H43z8NJHZ2-9_4-tEQCLcB/s1600/Sapo_en_Buenos_Aires_Gustavo_Roldan.jpg" width="400"/><br />
<br />
Don sapo regresa al monte, después de su viaje a Buenos Aires, donde se dejó sorprender por la ciudad, sus habitantes y sus costumbres. Todos quieren oír las historias, que fascinan al bicherío: ¿esas personas no conocen a los animales del monte? ¿Viajan todo el día amontonados? ¿Se tapan el cuerpo con trapos de colores? Un retrato de los porteños desde la singular perspectiva de un sapo muy curioso.<br />
<br />
<b>Índice</b><br />
<br />
Sapo en Buenos Aires. …7<br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2013/05/cuento-gustos-son-gustos-de-gustavo.html" target="_blank">Gustos son gustos.</a> …9<br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2013/05/2-cuentos-de-gustavo-roldan.html" target="_blank">Una cara muy fea.</a> …17<br />
<a href="https://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2013/05/2-cuentos-de-gustavo-roldan.html" target="_blank">Una piedra muy grande.</a> …23<br />
Intermedio en solfa. …29<br />
Las reglas del juego. …33<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/cruel-historia-de-un-pobre-lobo.html">Cruel historia de un pobre lobo hambriento.</a> …41<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/gustavo-roldan.html" target="_blank"> Biografía del autor.</a> …51<br />
<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b><br /><br />
<b>Biblioteca Nacional de Maestros - Campaña Nacional de Promoción de la Lectura - Cuadernillo del mediador de lectura, pp 36/39<br />
Ministerio de Educación de La Nación – Programa Nacional de Innovaciones Educativas</b><br />
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL005190.pdf<br />
<br />
<b>DocPlayer -Repositorio online de archivos gratuito- Publicado por Rosario Sosa Acosta</b><br />
https://docplayer.es/61072670-Roldan-gustavo-sapo-en-buenos-aires-buenos-aires-colihue-cruel-historia-de-un-pobre-lobo-hambriento.html<br />
<br />
<b>Scribd Inc.: Plataforma de publicación abierta. Cargado por solgin </b><br />
https://es.scribd.com/document/166879348/ROLDAN-Cruel-Historia-de-Un-Pobre-Lobo-Hambriento<br />
<br />
<b>CEIP Juan de Orea - Roquetas de Mar</b><br />
https://www.ceipjuandeorea.es/uploads/62029-sapo-en-buenos-aires.pdf<br />
<br />
<b>Blog: El laberinto secreto, Ana Cuevas Unamuno</b> <br />
http://ellaberintosecreto.blogspot.com.ar/2012/04/cruel-historia-de-un-pobre-lobo.html<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-81292378113681578002017-01-25T14:04:00.003-03:002021-08-15T14:12:20.177-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; ">
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/noche-de-reyes-saltos-por-gustavo-roldan.html"> NOCHE DE REYES A SALTOS</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br /><br />
El sapo andaba atareado y nervioso, revolviendo entre los yuyos y juntando cosas. No tenía tiempo casi ni para saludar.<br />
<br />
—Esta noche vienen, ¿eh, don Sapo? —preguntó el coatí.<br />
<br />
—Ay, don Sapo, no veo la hora de que lleguen —dijo la paloma.<br />
<br />
—No sé si voy a poder dormir esta noche —dijo la iguana.<br />
<br />
—Bah —dijo la lechuza—, ése es un sapo mentiroso. Seguro que les anduvo contando el cuento de los Reyes Magos.<br />
<br />
—Don Sapo nos dijo que esta noche van a venir con regalos —contestaron el coatí y la paloma.<br />
<br />
—¿Sí? —dijo la lechuza—, y también les habrá dicho que vendrán montados en camellos. ¿Me quieren explicar cómo hacen los camellos para cruzar el mar? ¿A que eso no les dijo?<br />
<br />
—Claro que sí. Nos contó que había sido un problema, y por eso ahora vienen montados en sapos, que sí saben cruzar el mar. A saltos, claro.<br />
<br />
—¿Y para cruzar las montañas? ¿Los sapos saben cruzar las montañas? ¿A que eso no les dijo?<br />
<br />
—Sí nos dijo, sí nos dijo. Andan todo el día a los saltos para practicar el cruce de las montañas. Ésa es la forma de cruzarlas, a saltos.<br />
<br />
—Bah —dijo la lechuza—, ése sapo es un mentiroso. ¡Miren si los Reyes Magos van a cambiar los camellos por sapos! ¿Alguien los ha visto montados en sapos? ¿A que eso no les dijo?<br />
<br />
—Sí nos dijo, claro que sí. Nadie los vio porque los sapos no hacen ruido al saltar y llegan despacito cuando todos están dormidos. Los camellos hacen mucho ruido.<br />
<br />
—Bah —dijo la lechuza—, se van a quedar con las ganas porque esta noche no va a venir nadie.<br />
<br />
En la noche brillaba una luna redonda y blanca. El coatí, la paloma, el quirquincho y mil animales más daban vueltas sin poderse dormir. Al final, como sin darse cuenta, se durmieron más temprano que nunca. Sólo quedó despierto el canto de las ranas.<br />
<br />
Aquel 6 de enero todos se despertaron muy temprano.<br />
<br />
—¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes! —gritaban picos y hocicos.<br />
<br />
Al lado de cada uno había un regalo. Una pluma roja para la paloma gris. Un higo maduro para el coatí. Una flor de mburucuyá para la iguana. Y así mil cosas para los mil animales.<br />
<br />
—¡Vinieron los Reyes! ¡Vinieron los Reyes! —gritaban todos.<br />
<br />
¿Todos? Bueno, todos no. En un rincón, tras de un árbol caído, el sapo dormía sin que los ruidos pudiesen sacarlo de su cansancio. Había andado a saltos toda la noche, y ahora soñaba con Reyes Magos montados en sapos, y hablando en sueños decía:<br />
<br />
—Ja, si sabrá de Reyes Magos este sapo.<br />
<br />
<br />
<br />
<div style=" text-align:center;font-size: 36px; color: #000;">FIN</div><br />
<div align="center" ><div style=" background-color: #ED6C44;text-align:justify; color: #000;margin:0 auto;padding:10px; "><br />
<div style=" background-color: #FFFFFF; text-align:left; color: #000;margin:0 auto;padding:20px; ">En: “Animal de patas largas”, Gustavo Roldán. Edit. Sudamericana. Ilustraciones de Sáulor (Oscar Rojas). A partir de 7 años. Humor<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://3.bp.blogspot.com/-Oy9eV23AXfU/WIjXqLd7UyI/AAAAAAAAB3Q/966TAWEszusAuWHDwKpdpqA3_hlkJy6SQCLcB/s1600/animal_de_patas_largas_Gustavo_Roldan.jpg" width="300"/></div></div><div style=" background-color: #FFFFFF; text-align:left; color: #000; margin:0 auto; padding:20px; ">Cuentos del monte, de animales, de cosas que pasan porque llega el viento y la sequía, o porque no hay ni vientos ni sequía. En fin, cosas que pasan por aquí o por allá, y de las que -a veces- solo nos enteramos por cuentos.</div><br />
</div><br />
<b>CONTENIDO DEL LIBRO:</b><br />
<br />
-Animal de patas largas <br />
-Historia de la pulga que aplasta <br />
-Noche de reyes a los saltos<br />
-La pulga que salvó el mundo<br />
-Los cucuruchos de los reyes magos.<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en:</b> <br />
<br />
<b> Dame la palabra 1 - Tinta Fresca - Published on Jan 19, 2012 </b>
https://issuu.com/tintafresca/docs/damelapalabra_cap1-2<br /><br />
<b>Noche de Reyes a saltos - LONGSELLER</b><br />
https://longseller.com.ar/wp-content/uploads/2021/03/Noches-de-reyes.pdf<br /><br />
<b>PURO CUENTO – Blog de Rubén García García - Sendero</b><br />
https://teecuento.wordpress.com/2009/11/01/noche-de-reyes-a-saltos-gustavo-roldan/<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-45707414372904179622017-01-23T21:56:00.001-03:002021-08-15T16:24:17.723-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com.ar/2017/01/el-chingolo-de-gustavo-roldan.html"> EL CHINGOLO </a> <br />
(Versión de un cuento tradicional)<br />
</span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; ">Nunca fue tonto el Chingolo; incluso algunas veces tuvo problemas por ser demasiado pícaro, pero hasta el mejor cazador se le escapa la liebre.<br />
<br />
Y esa vez se descuidó de puro abreboca. O tal vez no, tal vez estaba demasiado cansado por haber estado todo el día persiguiendo chingolitas. Estas cosas no se saben nunca con toda claridad. <br />
<br />
Lo cierto es que una mañana muy fría, en que cayó una helada como para enfriar hasta el infierno, el Chingolo se despertó con las patitas en un charco que se había congelado.<br />
<br />
Logró dar algunos saltos con las patas metidas en el trozo de hielo, pero no había formas de sacarlas de ahí. Entonces comenzó a buscar ayuda.<br />
<br />
—Señor Sol —le dijo al Sol—, ¿podría ayudarme y derretir este pedazo de hielo que me tiene preso?<br />
<br />
—Lo haría con gusto —dijo el Sol—, pero no puedo porque me ataja una Nube<br />
<br />
—Señora Nube, ¿podría ayudarme y derretir este pedazo de hielo que me tiene preso?<br />
<br />
—Me gustaría ayudarte —dijo la Nube—, pero no puedo porque me empuja el Viento.<br />
<br />
Señor Viento, ¿podría ayudarme y derretir este pedazo de hielo que me tiene preso?<br />
<br />
—Nada me gustaría más que ayudarte —dijo el Viento—, pero no puedo porque me ataja el Quincho.<br />
<br />
—Señor Quincho, ¿podría ayudarme y derretir este pedazo de hielo que me tiene preso?<br />
<br />
—Lo haría, Chingolito, claro que lo haría, pero no puedo porque me quema el Fuego.<br />
<br />
A los saltos, siempre con las patitas juntas, fue a buscar al Fuego.<br />
<br />
—Señor Fuego, ¿podría ayudarme y derretir este pedazo de hielo que me tiene preso?<br />
<br />
—Lo haría con toda alegría, pero no puedo porque me ataja la Piedra.<br />
<br />
—Señora Piedra, ¿podría ayudarme y derretir este pedazo de hielo que me tiene preso?<br />
<br />
—Me gustaría —dijo la Piedra—, pero no puedo porque sólo el Hombre me mueve de mi lugar.<br />
<br />
El Chingolo nuevamente saltó y saltó con las patitas juntas, hasta que llegó a la casa del Hombre.<br />
<br />
Y con todo cuidado rompió el trozo de escarcha y dejó libres las patitas del Chingolo. Pero de tanto andar a los saltos con las patas juntas ya se había acostumbrado a vivir así.<br />
<br />
Y así siguió para siempre. Y también para siempre se quedó cerca de la casa del Hombre, comiendo los trocitos de maíz que nunca dejan de caer del mortero, unas veces porque saltan con los golpes y otras veces porque el Hombre saca un puñado bien molido y lo desparrama para que no le falte comida a este compañero tan alegre y divertido.<br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><div style=" font-size: 36px; color: #000;">FIN</div><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">En: CUENTOS CON PLUMAS Y SIN PLUMAS<br />
Gustavo Roldán / Ilustraciones: Saúl Oscar Rojas<br />
CUENTAMÉRICA<br />
Editorial Sudamericana<br />
<br />
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-pPJrmDKqbCk/XZDEueENAFI/AAAAAAAAEgI/o-gOeykn_UQHWVX-AYO4y90yIQnDZrbtgCLcBGAsYHQ/s1600/cuentos-con-o-sin-plumas-gustavo-roldan-sudamericana.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://2.bp.blogspot.com/-pPJrmDKqbCk/XZDEueENAFI/AAAAAAAAEgI/o-gOeykn_UQHWVX-AYO4y90yIQnDZrbtgCLcBGAsYHQ/s640/cuentos-con-o-sin-plumas-gustavo-roldan-sudamericana.jpg" width="420" height="640" data-original-width="772" data-original-height="1176" /></a></div><br />
No es casual que los pájaros tengan tantas leyendas. Una de las cosas que más inquietó al hombre -y tal vez la que más envidia le dio- fue esa magia imposible del vuelo, un sueño que les queda a los hombres sólo a la hora de los sueños.<br />
¿Dónde empezaron las leyendas y los cuentos con pájaros? ¿Cuándo empezaron? <br />
Seguramente por esas épocas en que Dios y el Diablo se tomaban unos mates mientras discutían las cosas del cielo y del infierno. Esas historias quedaron y se fueron puliendo de camino en camino hasta dar muchas veces la vuelta al mundo.<br />
<br />
<b>Contenido:</b><br />
<br />
-Historia de churrinche.<br />
-La chuña y el zorro. <br />
-Historia de la paloma. <br />
-<a href="https://bpcd305.blogspot.com.ar/2017/01/el-chingolo-de-gustavo-roldan.html"><b>El chingolo.</b></a> <br />
-Historia del sietecolores. <br />
-Historia del cuervo. <br />
-<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/historia-del-chaja-y-de-la-buena-prensa.html" target="_blank">Historia del chajá y de la buena prensa.</a> <br />
-Leyenda del cacuy.<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en:</b><br />
<b>ROLDÁN, GUSTAVO: Cuentos con pájaros. Ilustraciones de Huadi. Buenos Aires, Secretaría de la Cultura de la Nación, Ediciones Culturales Argentinas y Centro Editor de América Latina, 1993.- Colección Cuentos de mi país.</b><br />
<br />
<b>Río Tercero Lee – Cultura en Casa - Germinación del poroto lector</b><br />
http://culturaencasa.riotercero.gob.ar/germinacion_del_poroto.php<br />
http://culturaencasa.riotercero.gob.ar/libros/germinacion/el_chingolo_gustavo_roldan.pdf<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-21134717120453158672017-01-23T21:23:00.002-03:002021-08-15T16:33:20.701-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/desafio-mortal-de-gustavo-roldan.html">DESAFÍO MORTAL </a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; "> <br />–¡Claro que voy a pelear!<br />
<br />
–No, don piojo, usted no puede pelear con el puma.<br />
<br />
–¿Qué no puedo? ¿Por qué no puedo?<br />
<br />
–Es una pelea despareja.<br />
<br />
–Igual voy a pelear. Y ya mismo.<br />
<br />
El piojo y el puma se enfrentaron. Los ojos de los dos echaban chispas, dispuestos para una pelea a muerte.<br />
<br />
<div align="right" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-6p5vwkppEaM/WIaZUfnv5tI/AAAAAAAAB2U/mdswo5bh-HwA2aJ2Fz5yO3Oo0zA-EP_9ACLcB/s1600/desafioMortal_%25C2%25A9GustavoRoldan_Ilus.%2BJimenaTello_1.JPG" /></div><br />
Los demás animales los rodeaban en silencio. Ya habían intentado todas las formas de pararlos, pero no había caso.<br />
<br />
El puma mostró los dientes. Todos los dientes. Y los animales dieron un largo paso para atrás.<br />
<br />
–El puma rugió y largó un zarpazo que hizo volar al piojo y lo estrelló contra un quebracho. El piojo se enderezó y atropelló. Otro zarpazo del puma y el piojo quedó colgado en lo más alto de un algarrobo.<br />
<br />
–¡Bueno, basta! –dijo el sapo–. ¡Ya está bien!<br />
<br />
–¡Nada de basta! –gritó el piojo bajando a los saltos de rama en rama–. ¡Nada de basta!<br />
<br />
Y saltó desde el árbol a la oreja del puma y se prendió como garrapata, dispuesto a chuparle hasta la última gota de sangre.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://4.bp.blogspot.com/-sqG-gGddSiw/WIaZUTPhK0I/AAAAAAAAB2Y/sLOt6pfgyC0SnOpgFYzVJ1LaIcZLglgJgCLcB/s1600/desafioMortal_%25C2%25A9GustavoRoldan_Ilus.%2BJimenaTello_2.JPG" width="750"/></div><br />
El puma rugió y se pegó un tremendo manotazo en la oreja para aplastar ahí mismo al piojo.<br />
Pero el piojo ya no estaba. Había saltado a la otra oreja y lo mordía desesperadamente. Otro manotazo del puma y el piojo casi aprende a volar.<br />
<br />
–¿Y si terminamos la pelea? –dijo el elefante dando un paso adelante.<br />
<br />
–¡Atrás todos! –gritó el piojo–. ¡Nada de terminar la pelea! –y atropelló lanzando manotazos al aire.<br />
<br />
El puma retrocedió sorprendido. No había pensado que ese bichito pudiera pelear con tanta furia. Había querido divertirse un poco, pero jamás se le ocurrió que el piojo fuera capaz de llevar las cosas tan lejos.<br />
<br />
–¡Vamos, pelee! –gritó el piojo atropellando.<br />
<br />
Otro manotazo del puma y el piojo fue a caer arriba del elefante, ahí rebotó y cayó sobre el lomo del tapir.<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://3.bp.blogspot.com/-8c32t-LlnPs/WIaZUmWKy3I/AAAAAAAAB2c/s40_SY76NBIvxUsxNYv_smPN0qZpI1aPQCLcB/s1600/desafioMortal_%25C2%25A9GustavoRoldan_Ilus.%2BJimenaTello_3.JPG" width="750"/></div><br />
–¡Lo va a matar! –dijo el oso hormiguero.<br />
<br />
–¡Lo va a destrozar con sus garras! –dijo el coatí.<br />
<br />
–¡Lo va a morder con esos enormes colmillos! –dijo la iguana.<br />
<br />
–¡No podemos dejar que sigan! –dijo el sapo.<br />
<br />
–¡Tenemos que hacer algo! –dijo el quirquincho.<br />
<br />
–¡Por favor, don elefante, usted puede pararlos, haga algo! –pidió la cotorrita verde.<br />
<br />
–Bueno bueno –dijo el elefante poniéndose en medio del piojo y el puma–. ¡Se acabó la pelea!<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-F-vmil58WIc/WIaZUv8tlEI/AAAAAAAAB2k/EsEy3VPlkBwmGYQazCu7tcuP_0mWGRqpwCLcB/s1600/desafioMortal_%25C2%25A9GustavoRoldan_Ilus.%2BJimenaTello_4.JPG" /></div><br />
El puma dio un paso para atrás y dijo:<br />
<br />
–Por mí, la terminamos. Y les cuento que fue la mejor pelea que tuve en mi vida. Lo felicito, don piojo, estuve mal y pido disculpas.<br />
<br />
–Acepto sus disculpas, y también acepto que me estaba ganando. Debo admitir que usted es más fuerte que yo.<br />
<br />
Los animales hablaron todos juntos y se preguntaron muchas cosas. En especial se preguntaron por qué había comenzado esa pelea tan feroz. Pero ninguno sabía.<br />
<br />
Después se fueron, cada cual por su lado. El elefante, el coatí, el sapo y el piojo se quedaron charlando.<br />
<br />
–Don piojo –preguntó el sapo–, ¿por qué comenzó todo este lío? ¿se da cuenta en lo que se metió?<br />
<br />
–Fue demasiado peligroso –dijo el coatí–. El puma es un animal feroz. Me hizo temblar todo el tiempo.<br />
<br />
–No se preocupe, amigo coatí, yo temblaba más todavía –dijo el piojo.<br />
<br />
–¿Por qué pelearon? –preguntó el elefante.<br />
<br />
–Porque casi me pisa. Pasó sin mirar casi me pisa. Y cuando yo grité me mostró todos esos dientes que tiene y encima me insultó y me pisó la sombra.<br />
<br />
–¡Lo insultó! –dijo el sapo–. ¡Le pisó la sombra! ¿Qué le dijo?<br />
<br />
–En realidad nada. Pero me miró como si me insultara. Y movió la pata y casi me pisa otra vez. Y de nuevo me pisó la sombra. Entonces me enojé y lo desafié a pelear.<br />
<br />
–Pero, don piojo –dijo el elefante–, un piojo no puede pelear con un puma.<br />
<br />
–Ya sé que no, pero las cosas tienen sus límites. Y creo que se estaba pasando de la raya. ¿Sabe, don elefante?, a veces los bichos chicos tenemos que defender a muerte la dignidad. Si no resistimos, si no defendemos la dignidad, entonces sí que estamos listos. Y un buen piojo no puede permitir que nadie le pise la sombra.<br />
<br />
El elefante y el sapo se miraron y dieron un paso para atrás con todo disimulo. No fuera a ser que por ahí, sin darse cuenta, pusieran la pata encima de la sombra del piojo.<br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><div style=" font-size: 36px; color: #000;">FIN</div><br />
<img src="
https://3.bp.blogspot.com/-u-1DSNkB1hw/WIaZUgsezDI/AAAAAAAAB2g/4kPTvspy-sMIwfWMQKN_W17sCSAlq6NlwCLcB/s1600/desafioMortal_%25C2%25A9GustavoRoldan_Ilus.%2BJimenaTello_5.JPG" /><br />
<br />
<span style="font-size: 14px; "><b>"Desafío mortal" de Gustavo Roldán.<br />
En Historias del piojo. Editorial Norma. 1998.<br />
© Gustavo Roldán.<br />
Ilustraciones: Jimena Tello<br />
Diseño de tapa y colección: Plan Nacional de Lectura 2010<br />
Colección: “Escritores en escuelas”<br />
Ministerio de Educación. República Argentina, 2010</b><br />
<b> www.planlectura.educ.ar</b> </span><br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;">V<b>isto y leído en:</b> <br />
<br />
<b>Plan Nacional de Lectura - Ejemplar de distribución gratuita (PDF)</b> <br />
http://planlectura.educ.ar/wp-content/uploads/2015/12/Desaf%C3%ADo-mortal-Gustavo-Rold%C3%A1n.pdf<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-72681027769504618992013-05-26T19:45:00.001-03:002021-08-15T17:14:16.532-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2013/05/cuento-triste-historia-de-amor-con.html"> Triste historia de amor <br />
con final feliz </a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left; "><br />Las aguas del Bermejo corrían alborotadas después de la lluvia, de las hojas colgaban infinitos espejos de luz brillando bajo el sol y el monte florecía de colores y bailaba con el canto de los pájaros.<br />
<br />
—¡Qué lo tiró! —dijo el piojo—. ¡Esto es tan lindo que me da un no sé qué!, —y depuro nervioso lo picó tres veces al ñandú.<br />
<br />
—¡Eh, don piojo, no se entusiasme tanto! —gritó el ñandú sacudiendo la cabeza.<br />
<br />
—¡No se achique compañero! —dijo el piojo saltando de contento. Este es un día para no desperdiciar. ¿No ve que anda contenta hasta doña vizcacha?<br />
<br />
—¿Doña vizcacha contenta? ¡No lo puedo creer! <br />
<br />
No hay más que mirarle la cara.<br />
<br />
—¿No estará enferma? —dijo preocupado el quirquincho—. A ver si tiene algo grave.<br />
<br />
—¿Grave? —dijo el sapo—. Grave fue lo que le pasó al abuelo del oso hormiguero cuando era mozo. Y me acuerdo porque estos días tan lindos a veces son peligrosos.<br />
<br />
—¿Qué le pasó, don sapo?<br />
<br />
—La culpa fue de un día como éste. Todos contentos, y al oso hormiguero se le dio por enamorarse. Ahí andaba la parejita jurándose amor eterno y todas esas cosas que se dicen en esos momentos.<br />
<br />
—Bueno, —dijo la paloma—, andar enamorado no es nada malo…<br />
<br />
—Hasta ahí estamos de acuerdo, y no va a ser este sapo el que hable mal del amor, pero aquí la historia es diferente. Resulta que se enamoró de la hormiga, y ustedes saben que el oso hormiguero no tiene ese nombre porque sí nomás. Y desde ese día no pudo comer hormigas, que es lo que come un buen oso hormiguero.<br />
<br />
—¿Y qué hizo?, porque eso es bastante grave. <br />
<br />
—Probó vainas de algarrobo, frutitas de tala y mistol, un poco de puiquillín y chañar. Pero nada. Iba enflaqueciendo que era una tristeza. Al final estaba puro cuero y huesos. Con decirle que lo quisieron contratar de la universidad para estudiar el esqueleto. Le ofrecían un buen sueldo y todo.<br />
<br />
—¿Y no aceptó?<br />
<br />
—¡Qué iba a aceptar! ¡Si lo único que quería era estar con su hormiguita! ¡Mire que yo conozco historias de amores grandes, pero como ésta, ninguna!<br />
<br />
—Me tiene sobre ascuas, don sapo —dijo la pulga emocionada—. ¡Me enloquecen las historias de amor!<br />
<br />
—¡A mí también —dijo la paloma—, siga, siga, don sapo, que estoy muerta de curiosidad! ¿Las cosas andaban bien entre ellos?<br />
<br />
—Y bueno, bien o mal, según como se mire. Porque al final el oso hormiguero ya no tenía fuerzas ni para decirle un “te quiero” a la hormiguita.<br />
<br />
—¡Ay! ¡Ya me imagino! —dijo la paloma—, ¡seguro que se cruzó una desgracia!<br />
<br />
—Y… sí, o no… Según como se mire…<br />
<br />
—Don sapo, usted no está hablando muy claro —dijo el piojo—. ¿Se cruzó o no se cruzó una desgracia?<br />
<br />
—Y, sí o no… Según como se mire. En realidad, lo que se cruzó fue un hormigo. Un hormigo simpático, buen mozo, que también se enamoró de la hormiguita.<br />
<br />
—¡No me diga que la hormiguita se fue con el hormigo! —dijo la paloma.<br />
<br />
—Si no quiere no se lo digo. Pero eso fue lo que le pasó. Ni más ni menos.<br />
<br />
—¡Ay, qué triste historia! —dijo la pulga.<br />
<br />
—Y, sí o no —dijo el sapo—, según como se mire. El oso hormiguero primero se puso muy triste, después más triste todavía, pero al final justo apareció por ahí una osa hormiguera que lo cuidó, se preocupó por hacerlo sentir bien…y ya se imaginarán cómo terminó el cuento.<br />
<br />
—¡Ay, qué suerte! —dijo la pulga—. ¡Me vuelve el alma al cuerpo! ¡Este final sí que me pone contenta!<br />
<br />
—A mí también —dijo el piojo— y saltando de alegría lo picó tres veces al ñandú. <br />
<br />
Mientras los bichos volvían a corretear de un lado para el otro, aprovechando el día tan especial, el sapo se zambulló en el río. <br />
<br />
Algunos juran que lo oyeron decir: “Já, si sabrá este sapo de historias de amor”. <br />
<br />
Eso dicen algunos, pero otros aseguran que dijo “Me parece que yo también voy aprovechar este día tan especial”, mientras nadaba hacia una sapita que estaba arriba de un tronco.<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><div style=" font-size: 36px; color: #000;">FIN</div><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">En: “Cada cual se divierte como puede”, de Gustavo Roldan, ilust. por Claudia Degliuomini. Edit. Alfaguara Infantil. Colección: Serie Morada (Desde 8 años)<br />
<br />
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-gEMo-9Esupg/XZK5Mfqoa4I/AAAAAAAAEgo/2h9IJ1qN8cYOQ5vCaEUsbLx2zxcj3f8UACLcBGAsYHQ/s1600/cada-cual-se-divierte-como-puede-claudiadegliuomini.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://4.bp.blogspot.com/-gEMo-9Esupg/XZK5Mfqoa4I/AAAAAAAAEgo/2h9IJ1qN8cYOQ5vCaEUsbLx2zxcj3f8UACLcBGAsYHQ/s640/cada-cual-se-divierte-como-puede-claudiadegliuomini.jpg" width="640" height="497" data-original-width="1024" data-original-height="795" /></a></div></div><br />
En el monte, el piojo, el sapo, el coatí, la paloma y todos los bichos se juntan a jugar y a contar historias. Descubren cómo se crearon los mares, las montañas y los arcoíris, encuentran el amor que navega por el río Bermejo y recuperan el monte del tigre, para vivir en paz. La risa y la fantasía se unen en este maravilloso libro de Gustavo Roldán, donde todos los lectores se divierten.<br />
</div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b><br />
<br />
<b> 35 Cuentos para Primaria, 2011 (Scribd)</b><br />
http://es.scribd.com/doc/62460991/35-Cuentos-Para-Primaria-2011<br />
<br />
<b>loqueleo, proyecto de literatura infantil y juvenil de Santillana.</b><br />
https://www.loqueleo.com/ar/libro/cada-cual-se-divierte-como-puede<br />
<br />
<b>Fotografía: Claudia Degliuomini</b><br />
"Cada cual se divierte como puede"<br />
http://degliuomini.blogspot.com/<br />
http://www.degliuomini.com.ar/<br />
<br />
<b>Biblioteca Digital Julio Cortázar - Colección "Libros del Malabarista"</b><br />
https://sites.google.com/view/bibliotecajuliocortazar/colecci%C3%B3n-libros-del-malabarista<br />
</div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-74529960095675675252011-10-28T14:27:00.004-03:002021-08-15T17:24:39.884-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/10/cuento-animal-de-pelo-fino-gustavo.html">“Animal de pelo fino” </a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;">Por aquellos tiempos el que pisaba fuerte en el monte era el tapir. Hacía retumbar el suelo con sus trotes, y los otros animales, o le decían a todo que sí o tenían que irse muy lejos.<br />
<br />
Y sucedió que don tapir quiso casar a su hija, pero, eso sí, nada de bichos de medio pelo. Tenía que ser algo muy especial.<br />
<br />
La tapircita estaba de acuerdo, ¡pero no había candidato que le viniera bien!<br />
<br />
—¡Ay no! –decía–. Ese tiene el pelo muy áspero.<br />
<br />
—¡Ay no! Este tiene el pelo muy largo...<br />
<br />
—¡Ay no! Aquel tiene el pelo muy corto...<br />
<br />
—¡Ay no, ay no, ay no!<br />
<br />
Para terminar con la historia, y para que su hija pudiera elegir mejor, el tapir ordenó que desfilaran todos los animales peludos de mil leguas a la redonda.<br />
<br />
—Lo que me gustaría –había dicho la tapircita– es un novio que tenga en la cabeza un penacho muy blanco, que tenga en el lomo dibujos cuadraditos de todos los colores, que tenga la cola más larga del mundo y que tenga y que tenga y que tenga...<br />
<br />
Cuando llegó el día del concurso, los candidatos hicieron una larguísima fila y pasaron y pasaron. Uno tras otro fueron pasando haciéndose la propaganda.<br />
<br />
—Yo soy el tigre, y si no tengo cuadraditos, tengo unas manchas que me hacen casi invisible en la selva. Y los colmillos más filosos.<br />
<br />
—¡Ay, no! ¡Qué bicho más manchado! –dijo la tapircita.<br />
<br />
—Yo soy el oso hormiguero, tengo una larga tira blanca en el lomo y las uñas más largas y más fuertes.<br />
<br />
—¡Ay, no! ¡Qué bicho más uñudo!<br />
<br />
—Yo soy el conejo, y tengo las orejas más largas y el pelo más suave, y sé saltar como ninguno.<br />
<br />
—¡Ay, no! ¡Qué bicho más orejudo!<br />
<br />
Y así seguían desfilando y desfilando, y sólo se escuchaba un “¡Ay no, ay no y ay no!”.<br />
<br />
El sapo, que estaba mirando todo, puso cara de “yo no tengo nada que ver” y se fue para otro lado.<br />
<br />
Y pasaron y pasaron. Los unos y los otros.<br />
<br />
También quiso pasar don araña pollito, que sostenía que él era un animal peludo. Casi se arma una pelea, pero al final entendió que la cosa era entre mamíferos y que él tenía demasiadas patas.<br />
<br />
El ambiente en el monte ya se estaba poniendo medio espeso cuando a la tapircita se le pusieron los ojos del tamaño de un girasol.<br />
<br />
En medio de los murmullos asombrados del monte llegó el esperado príncipe azul.<br />
<br />
—Yo soy el opas –dijo.<br />
<br />
Todos miraron con sorpresa a ese animal desconocido.<br />
<br />
Tenía cuadraditos en el lomo con los colores más hermosos, un penacho en la cabeza tan blanco y tan suave que parecían las plumas de una garza. Y la cola... una cola tan larga como siete colas de zorro.<br />
<br />
—¡Ay sí! –dijo la tapircita.<br />
<br />
No había nada más que decir. Don tapir decidió que esa misma noche se hiciera la fiesta.<br />
<br />
Pero fue una mala noche para la hija del tapir, porque el opas la dejó compuesta y sin visita.<br />
<br />
Y mientras el tapir zapateaba de rabia y lo hacía buscar por todo el monte, el río llevaba flotando hacia quién sabe dónde un manojo de plumas de garza, unos misteriosos pedacitos de pieles pintadas y siete colas de zorro atadas en ristra.<br />
<br />
Mientras tanto, el sapo se reía bajito, debajo de un yuyo, y murmuraba:<br />
<br />
—Ja, si sabrá de pelos finos este sapo.<br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><div style=" font-size: 36px; color: #000;">FIN</div></div><div align="center" ><img src="https://2.bp.blogspot.com/-E6eXtBbIKcE/WIY3SNAlxkI/AAAAAAAAB1Y/AZv_PFo3nz01uLsmNeRCQQC20FGndEqTACLcB/s1600/el_carnaval_de_los_sapos_GustavoRoldan.JPG" width="750"/> <br />
<br />
Gustavo Roldán, “Animal de pelo fino”, en: El carnaval de los sapos,<br />
Buenos Aires, Sudamericana, 2005.<br />
<br />
<b>Índice:</b><br />
<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2017/01/cuento-la-creciente-de-gustavo-roldan.html" target="_blank">La creciente</a><br />
Las huellas del tatú<br />
El gran concurso<br />
<a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/10/cuento-animal-de-pelo-fino-gustavo.html">Animal de pelo fino</a><br />
El carnaval de los sapos.</div><br />
</div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;">Fuentes consultadas: <br />
<br />
<b>NAP (Núcleos de Aprendizaje Prioritarios) Cuadernos para el aula: Lengua 5 (Formato PDF)</b><br />
-1a ed.- Buenos Aires: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, 2007<br />
http://www.me.gov.ar/curriform/nap/lengua5_finalb.pdf<br />
<br />
<b>EDAIC Varela (Equipo Distrital de Alfabetización Inicial y Continua)</b><br />
http://edaicvarela.blogspot.com.ar/2012/09/gustavo-roldan.html<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-26671159958350563712011-08-28T03:13:00.005-03:002021-08-15T19:10:13.076-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left"><div class="chat-bubble"><span> <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/08/error-de-dragon-dragon-dijo-el-jaguar.html"> ERROR DE DRAGÓN</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style="font-size: 18px; padding: 10px; text-align: left;">
<br />—Dragón —dijo el jaguar— ¿Por qué hiciste al hombre?<br />
<br />
—Creo que fue un accidente, esas cosas pasan…<br />
<br />
—Si, pero fue un accidente grave. ¿No querés que lo coma y terminamos con el accidente?<br />
<br />
—Todavía no, merece alguna oportunidad.<br />
<br />
—Ya tuvo demasiadas, y además ningún animal lo quiere. ¿Te fijaste que nadie, ni con pelos ni con plumas, habla con él?<br />
<br />
—Yo vi que hablaba con algunos animales.<br />
<br />
—Hablaba, pero ya no. Ahora todos hacen como que no lo entienden, porque no les gusta lo que habla. Y cuando aparecen se van para otro lado.<br />
<br />
—Eso suena feo, pero pienso que siempre hay que dar más oportunidades. Quien te dice.<br />
<br />
—Las oportunidades son peligrosas. Yo, como cualquier jaguar que se precie, estoy dispuesto a comérmelo ya mismo, no sé qué puede pasar si dejamos que el agua corra.<br />
<br />
—Esperemos jaguar. ¿Qué puede pasar?<br />
<br />
—No sé. Y le tengo miedo a las cosas que no sé.<br />
<br />
—Ese parece un pensamiento del hombre, jaguar.<br />
<br />
—¿Ves hasta dónde puede ser peligroso? Ya me estoy contagiando de su manera de pensar.<br />
<br />
—Y me vas a contagiar a mí. Estamos entrampados, jaguar, porque comerlo también es una manera de terminar un problema a la manera del hombre.<br />
<br />
—¿Qué hacemos, dragón?<br />
<br />
—¿Qué hacemos, jaguar?<br />
<br />
Y ahí se quedaron dando vuelta al problema. Una y mil veces y otras mil.<br />
<br />
Todavía no encontraron la solución. Lástima. <br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center"><img src="https://4.bp.blogspot.com/-qNqasrm37ck/WIZKqiR3-oI/AAAAAAAAB2E/RWiY4VI5gpoVNQoD9lHaF4CVy8Y0YG-gQCLcB/s1600/error_de_dragon_GustavoRoldan_LuisScafati.JPG" /><br />
<br />
Gustavo Roldán. Del libro Dragón, ilustrado por Luis Scafati. <br />
(Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997/2011)<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style="background-color: #b8d987; color: black; font-size: 12px; margin: 0px auto; padding: 10px; text-align: center;"><b>Visto y leído en:</b> <br /><br />
<b>Blog: Eternas Burbujas Nocturnas</b><br />
https://eternasburbujasnocturnas.blogspot.com/2010/01/error-de-dragon-gustavo-roldan.html<br />
<br />
<b>Video: ERROR DE DRAGON - GUSTAVO ROLDÁN (YouTube) <br />Canal de: UN ANGEL PARA TU SOLEDAD - Cesar Diumenjo</b><br />
https://www.youtube.com/watch?v=qxPSB6O0mos<br />
<br />
<b>Blog: LA BIBLIOTECA DE KALA - Los Dragones del Sacha Chaqueño</b><br />
https://labibliotecadekala.wordpress.com/2012/04/19/los-dragones-del-sacha-chaqueno/<br />
<br />
http://edaicvarela.blogspot.com.ar/2012/09/gustavo-roldan.html<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-90014669661684041842011-08-28T02:54:00.003-03:002021-08-15T19:43:40.858-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/08/suenos-de-dragon.html">SUEÑOS DE DRAGÓN</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;"><br />A los dragones les gusta soñar. Les gusta porque sueñan cosas hermosas. Los sueños de los dragones no son como los otros sueños, un humo que se va. Son sueños que van tomando forma hasta que se los mira y se los ve de cuerpo entero. <br />
<br />
Si un dragón sueña con un árbol enorme, lleno de flores, cuando se despierta encuentra a su lado un lapacho, un ceibo o un jacarandá. <br />
<br />
Si sueña con mariposas, apenas abre los ojos ve un mundo de mariposas con alas doradas, con alas azules, con alas de todos los colores revoloteando por el monte. <br />
<br />
¿Cómo, si no fuera por los sueños de un dragón, podríamos entender que de repente aparezcan millares de golondrinas en el cielo? ¿Cómo podríamos explicarnos que de un día para otro el campo se llene de flores rojas? ¿Cómo podríamos entender que de la nada salga un arco iris? ¿De dónde aparece un sol radiante en medio de la lluvia? <br />
<br />
Solo se explica por el sueño de un dragón. <br />
<br />
Y los dragones quedan contentos con sus sueños, porque saben que producen cosas hermosas. <br />
<br />
Una vez un dragón tuvo una pesadilla. Soñó con una espantosa serpiente de siete cabezas, horriblemente perversa, que quería destruir el mundo entero. <br />
<br />
—¡Odio las flores! —dijo una de las siete bocas. <br />
<br />
—¡Odio los pájaros! —dijo otra mostrando los colmillos repletos de veneno.<br />
<br />
—¡Odio los monos! —dijo una tercera cabeza. <br />
<br />
—¡Los mataremos a todos! —dijo otra. <br />
<br />
—¡Los mataremos y los comeremos! —rugió la quinta.<br />
<br />
—¡A los monos y a todos los animales del mundo! <br />
<br />
—¡Y los comeremos y los comeremos y los comeremos! —dijo la séptima. <br />
<br />
Entonces se despertó el dragón y alcanzó a ver las siete cabezas que se perdían a la distancia buscando monos y pájaros y flores y a todos los animales del mundo para matarlos y comerlos. <br />
<br />
—¡Qué hice! —se asustó el dragón. <br />
<br />
Pero no había tiempo para lamentos, y corrió por el sendero marcado por la serpiente donde no quedaban ni rastros de flores ni de animales. El dragón voló y pasó por arriba de la serpiente y bajó cortándole el camino. <br />
<br />
—¡Qué lindo dragón! —dijo una cabeza. <br />
<br />
—¡Lo mejor para comenzar a comer! —dijo la segunda. <br />
<br />
La tercera no habló. Ya había estirado su cuello con la velocidad de una centella hacia el cuerpo del dragón. Fue un movimiento casi invisible por la rapidez, pero el dragón, que sabía con quién había soñado, ya no estaba en ese lugar. <br />
<br />
—¡Así me gusta! —dijo otra cabeza. <br />
<br />
—¡Qué bien que pelea! <br />
<br />
—¡Así nos podemos divertir! <br />
<br />
—¡Sólo matar y comer es aburrido! <br />
<br />
—¡Lo mejor es pelear! <br />
<br />
—¡Pelear y matar y comer! <br />
<br />
Y la serpiente atacó largando mordiscones para un lado y para el otro. <br />
<br />
El dragón se las veía negras tratando de golpear con sus poderosas garras alguna de esas cabezas que nunca estaban en el lugar donde llegaba el golpe. Apenas logró en un momento rozar a la serpiente con las garras y sacarle una escama del cuerpo. Apenas una escama que voló y cayó a lo lejos. <br />
<br />
Entonces probó con el fuego. Nada en el mundo podía resistir el fuego de un dragón. Dio un paso para atrás, resopló, y largó la llamarada roja más grande que nunca hubiera largado un dragón. <br />
<br />
Un fuego espantoso, largo, oscuro, que recorrió todo el espacio donde estaba la serpiente. Ardieron los árboles de alrededor y la tierra despidió un humo espeso, enrojecida por el calor. <br />
<br />
El dragón miró el humo que comenzaba a borrarse, buscando los restos de la serpiente, y se distrajo. Cuando se dio cuenta del tremendo salto de la serpiente, ya estaba envuelto en sus poderosos anillos. Las siete cabezas gritaban y reían y giraban enloquecidas. <br />
<br />
—¡Dragón estúpido! ¿No sabías que no hay nada que nos guste más que el fuego? <br />
<br />
—¡El fuego nos entusiasma como ninguna otra cosa! <br />
<br />
El dragón tiraba tremendos golpes, pero las cabezas siempre estaban en otro lugar, y los anillos de la serpiente apretaban cada vez más. Entonces el dragón voló, voló hasta muy arriba, cerca de las estrellas, donde el frío es como el espanto y todo se convierte en un hielo de muerte que sólo aguantan los dragones. <br />
<br />
—¡Eso, un poco más alto! Después del fuego no hay nada que nos guste más que el frío —gritaron las siete cabezas. <br />
<br />
Entonces el dragón bajó, bajó como una flecha, se zambulló en el medio del río, en esa zona profunda donde no llegan ni los peces. Así ahogaría a la serpiente. <br />
<br />
—¡Eso, eso! —gritaron las siete cabezas—. Nada nos gusta más que estar bajo el agua. Pero después queremos otro poco de fuego. <br />
<br />
La serpiente seguía enroscada en el dragón. <br />
<br />
Siete días y siete noches volaron, lucharon, cayeron, nadaron, subieron, bajaron, siempre como un solo cuerpo. Sin descansar. Al final, en un descuido de la serpiente, el dragón logró escapar de sus anillos. Pero ya no sabía qué hacer. <br />
<br />
Había probado todas sus argucias y había usado toda su fuerza de dragón, pero la serpiente parecía invencible.<br />
<br />
—¡Nos estamos divirtiendo como nunca! —gritaron las siete cabezas. <br />
<br />
—¡Jamás nos había pasado algo tan hermoso! ¡Te queremos, dragón! ¡Que esta pelea no se acabe en mucho tiempo! <br />
<br />
—¡Nos aburren las peleas tontas con animales tontos! <br />
<br />
—¡Queremos pelear, pelear y pelear! <br />
<br />
—¡Ataca de nuevo, dragón! ¡Te estamos esperando! <br />
<br />
El dragón retrocedió un poco.<br />
<br />
—¡Estás escapando, dragón cobarde! <br />
<br />
El dragón pensó en volar, volar muy alto y muy lejos, y olvidarse para siempre de esa serpiente. Pero entonces ella mataría a todos los animales. No había caso. Escapar no servía. Pero si… quizás sí podría servir… <br />
<br />
El dragón voló hacia lo alto. Subió y subió, burlándose de la serpiente, mientras las siete cabezas lo llenaban en insultos. Y llegó hasta el lugar más alto, arriba de todas las nubes y las sombras Entonces planeó en círculos. En grandes círculos, dejándose llevar por el viento. <br />
<br />
Y allí, mientras planeaba, cerró los ojos y se durmió. <br />
<br />
Ya sabía lo que tenía que soñar. Y soñó. <br />
<br />
Soñó con pájaros y flores, soñó con ríos crecidos, soñó con el arco iris, y cuando en medio del sueño apareció la serpiente de siete cabezas que peleaba enloquecida de furia, se dio vuelta en el aire para borrar su sueño. Porque los sueños se borran si uno se da vuelta para el otro lado mientras está soñando. <br />
<br />
La serpiente se borró. Se borró de golpe, sin dejar ningún rastro de serpiente. <br />
<br />
Entonces el dragón abrió los ojos. Estaba cansado, pero voló muy rápido para volver a ver el sitio de su pelea. <br />
<br />
El lugar estaba como antes. Como siempre. Estaban los árboles y las flores. Estaban las mariposas y los monos. Y no había rastros de la serpiente. Ningún rastro de la pelea. Apenas una escama que brillaba y no brillaba en el suelo. <br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-5utKIRqBZMQ/WIZKqe9j1NI/AAAAAAAAB18/-KqcST_a1PYzrpYY7g2OxmgznW1dyik_QCLcB/s1600/Dragon_deGustavoRoldan_LuisScafati.JPG"/><br />
<br />
Gustavo Roldán. Del libro Dragón, ilustrado por Luis Scafati. <br />
(Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997/2011)</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en</b><br /><br />
<b>Blog: habíaunaveztruz, de Lorena Udler.</b><br />
https://udlerlorena.wordpress.com/2020/08/27/sueno-de-dragonde-gustavo-roldan/<br />
<br />
<b>Video: Sueño de Dragón - Gustavo Roldán<br />
YOUTUBE - Canal de Melisa Molina</b><br />
https://www.youtube.com/watch?v=zSzKB7qbvIc<br />
<br />
http://recuperemoslamagia.blogspot.com/2009/02/sueno-de-dragongustavo-roldan.html<br />
http://edaicvarela.blogspot.com.ar/2012/09/gustavo-roldan.html<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-73842427013977361202011-08-28T02:03:00.016-03:002021-08-17T00:45:24.861-03:00<br />
<div style=" background-color: #B8D987;text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><br />
<div style=" font-size: 36px; color: #000;text-align:center; "><a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/08/los-dragones-tambien-lloran.html"><span style=" color: #000; "><b> DRAGÓN</b> </span></a><br />
</div></div><div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;"><div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> LLANTO DE DRAGÓN </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br /><br />
Los dragones también lloran.<br /><br />
No es frecuente, porque no les gusta llorar. Pero a veces lloran. Lloran cuando nadie los ve, por eso no hay quien crea en el llanto del dragón.<br />
<br />
Entonces crecen los ríos y desbordan, incontenibles; los mares se alborotan y las olas golpean en las rocas de las orillas bramando de desasosiego y de furia.<br />
<br />
Los dragones lloran silenciosamente, vertiendo tristes lágrimas, infinitas lágrimas tristes, que hacen surcos en la tierra y caen al río y caen al mar y los ríos y los mares se encrespan y crecen y desbordan.<br />
<br />
Entonces los dragones vuelan hasta lo más alto, para no llenar de lágrimas la tierra. Pero no resuelven nada, porque las lágrimas ahora son una inmensa lluvia que sigue mojando la tierra y llenando los mares.<br />
<br />
Al final dejan de llorar. Nunca se sabe por qué. Como tampoco se sabe por qué empiezan a llorar.<br />
<br />
Son cosas de dragones nomás.<br />
<br />
<br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> BENDICIÓN DE DRAGÓN </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas. <br />
Que el viento llegue lleno del perfume de las flores.<br />
Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar.<br />
Que las nubes cubran el sol cuando estés solo en el desierto. <br />
Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta.<br />
Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.<br />
Qué nunca te falte el fuego.<br />
Que nunca te falte el agua.<br />
Que nunca te falte el amor.<br />
Tal vez el fuego se pueda prender.<br />
Tal vez el agua pueda caer del cielo. <br />
Si te falta el amor no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.<br />
<br />
<br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> MALDICIÓN DE DRAGÓN </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
Que tengas comida<br />
hasta estar harto<br />
todos los días de tu<br />
vida. Y que vivas<br />
muchos años. Que<br />
nunca te falten ni el<br />
agua ni la luz. Que los<br />
senderos sean suaves cuando los<br />
camines. Que las espinas se<br />
aparten de tu lado. Que tus<br />
enemigos te dejen pasar sin<br />
atacarte. Que ningún dolor te hiera<br />
en el costado. Que nadie te lastime<br />
a traición. Que nadie te ofenda ni<br />
siquiera con un gesto. Que tengas<br />
todo lo que se pueda desear, por<br />
largos, larguísimos años.<br />
Pero que falte el amor.<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><img src="https://1.bp.blogspot.com/-peDWNnFkbyk/WIZKqsQxeyI/AAAAAAAAB2A/l3yK3xl4YM4Q-FHESuSs0qDG4qRANjBBgCLcB/s1600/Dragon_GustavoRoldan_LuisScafati_indice.JPG" width="700"/><br />
<br />
Gustavo Roldán. Del libro Dragón, ilustrado por Luis Scafati. <br />
(Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997/2011)<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en:</b><br /><br />
<b>Vení que leemos en 2º - Mi antología para disfrutar. Editorial puerto de palos</b><br />
http://www.novedades2020.com/libros/ciclo1/veniqueleemos2antologia/index.html<br />
<br />
<b>Blog: LA LUNA NARANJA </b><br />
https://lalunanaranja.blogspot.com/2008/04/bendicin-de-dragn.html<br />
<br />
<b>Blog Literario PIEL DE LECHUZA</b><br />
https://pieldelechuza.blogspot.com/search/label/Gustavo%20Rold%C3%A1n<br />
<br />
<b>Blog: El Ojo en la Lengua </b><br />
https://elojoenlalengua.blogspot.com/2011/03/bendicion-y-maldicion-de-dragon.html<br />
<br />
http://edaicvarela.blogspot.com.ar/2012/09/gustavo-roldan.html<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-32620458751112663482011-08-28T00:38:00.003-03:002021-08-15T20:34:12.603-03:00<br />
<div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span><a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/08/dragon-gustavo-roldan-y-luis-scafati-80.html"> Todo lo que aprendí sobre dragones </a><br />
Por Roberto Giaccaglia </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;">¿Y si uno soñara con una rosa y al despertar encontrara en su mano esa rosa?<br />
<br />
Me enteré de que los dragones son capaces de semejante proeza, de que sus sueños son materia, algo que se toca, que permanece, que está, que se siente. Me enteré de que los dragones son los creadores de este mundo, de las cosas que hay en él, me enteré de que soñaron flores y hubo flores, poemas y hubo poemas. De que el sol que sigue a la lluvia es el sueño de un dragón harto de mojarse, de que la lluvia que sigue al sol es el sueño de un dragón que quiere salir a cantar bajo el agua. Y de que las cosas feas de este mundo son pesadillas de dragón, descuidos, quizá por una comida que le cayó mal, o porque tuvo un mal día, porque no jugó con su dragona por ejemplo. Y de que las cosas feas de este mundo se borran como se borran las pesadillas, dándose vuelta en medio del sueño, no prestándoles atención, haciéndolas desaparecer poniendo los sentidos en otro lado.<br />
<br />
Y me enteré de que los días negros donde todo sale mal son días en los que un dragón sufre en su sueño sin poder despertarse, por una comida que le cayó mal o porque no jugó con su dragona, que el sol palidece entonces, que sobreviene el eclipse, que vemos todo de un color tétrico, que nada se aclara ante nosotros, que no hay futuro porque el dragón tiene una pena, no sabe qué hacer, dónde pararse, por qué seguir, cómo.<br />
<br />
Y también supe que la hora del amor es la hora de los cuentos, porque la palabra es creadora y porque nada existe si no se nombra y porque crear es amor. No lo digo yo, lo dicen los dragones, que por lo general charlan de a dos, que por lo general se sienten bien si son dos y juegan, a crear: se cuentan cosas y las cosas van naciendo a su alrededor. Sin darse cuenta, por ejemplo, crearon al hombre, nombrando cosas, nombrando otras cosas en realidad, poniéndoles nombres a sus ideas, a su imaginación. El hombre fue entonces un descuido de dragón. Como tal, como descuido que es, el hombre no cree en el poder de la palabra, así que piensa que no es suficiente nombrar para que algo nazca. De ahí todos sus problemas: no tiene ni idea del mal que es capaz de hacer por el simple hecho de hablar. O de callarse.<br />
<br />
Dragona, dice un dragón, si uno imagina debe atenerse a las consecuencias. Así que una vez creado el hombre, lo dejaron, para que hablara y hablara y sin darse cuenta hiciera y se metiera en sus problemas. O no hiciera nada. Mientras, crearon monos, yacarés, garzas y lagunas. En parte, según dijeron, para poder comparar. Se ve que el hombre, en eso, ya estaba haciendo sus ciudades, sus autos, sus torres, sus escondites.<br />
<br />
Y me enteré de que los dragones lloran. Y que cuando lloran no se dejan ver, no quieren que nadie sienta la pena que ellos son capaces de sentir. ¿Lloran acaso por sus errores? ¿Lloran acaso por sus elecciones? ¿Lloran acaso por lo que dijeron sin darse cuenta? ¿Lloran acaso por lo que hicieron sin querer hacerlo? Nadie lo sabe. Son cosas de dragones nomás. Lo único que sé es que por el llanto del dragón crecen los ríos, los mares, se agitan las aguas, y que todo puede inundarse. No hay llanto que dure para siempre, pero de algunos puede quedar un recuerdo eterno.<br />
<br />
Por suerte, también pude saber que los dragones se divierten bastante seguido. Es más, lo suyo, en esencia, es divertirse, pasarla bien, jugar, bailar, crear, charlar, soñar, asuntos todos bastante parecidos para un dragón, que en suma pueden resumirse en uno solo, para el que no tengo palabras todavía. Lo que más se acerca a todo ello es la usual práctica de a dos que realizan dragón y dragona: el baile de las sombras. A veces el juego empieza de una manera digamos equívoca: cuando la dragona, de buenas a primeras, dice algo como “Quiero pelear dragón”. Entonces empieza un extraño juego de hacerse mal en broma. La pelea es divertida, deja sus marcas, pero es inofensiva. Y terminan bailando, en el cielo, bien arriba, ajenos a todo. Por ejemplo, a las flores que florecen abajo, en el suelo donde ellos hacen sombras.<br />
<br />
Y supe además que los dragones no creen en el mañana. Me pregunté entonces si no residiría ahí mismo, en esa desconfianza, su felicidad. No acaparan, por ejemplo, y no acaparar es creo yo, paradójicamente, un reaseguro de la felicidad. Ellos dicen sirenas y lanzan las sirenas a las aguas. Unicornios y aparecen unicornios trotando por ahí. No se guardan nada. No piensan en algo como “A ver… esta palabra la digo mañana, o pasado, o el año que viene”. Ellos tienen ganas de que las cosas sean hoy, siempre. Para ellos el presente es un lugar perpetuo. Y el ayer es, si acaso, algo vivido por otro. Algo que ya no es o que en realidad no fue nunca.<br />
<br />
Y como los dragones no guardan nada, se permiten el supremo arte del hallazgo, que a su vez no consiste más que en el supremo arte de la búsqueda. Por ejemplo, los dragones saben que en las montañas hay secretos, esos secretos son tesoros. También existen en las islas desiertas, en el fondo del mar, en las cuevas, entre las flores, bajo los hielos del norte. El dragón busca y busca y encuentra, siempre. Se presume que a veces hace trampa: el dragón dice “allí hay un tesoro” y entonces va y lo encuentra. Pero eso no importa. Lo lindo es salir a buscarlo. Cuando lo encuentra, perlas, piedras preciosas, cosas que brillan, lo muestra a su dragona y después lo tira por ahí, para que otro dragón salga a buscarlo. El tesoro vuelve a ser un secreto, y la búsqueda empieza de nuevo.<br />
<br />
Lo mismo les pasa con los rompecabezas. A los dragones les encantan, pero no los terminan nunca. Los empiezan a armar y cuando están a punto de concluirlos ponen una pieza equivocada a propósito. Se auto boicotean. Son sus propios saboteadores. La cuestión es jugar. Saben que si ganan el juego se termina.<br />
<br />
Y supe que para los dragones hay un amor, o mejor dicho un gusto, sí, un gusto, inexplicable: el fuego. Arman enormes piras por el placer de encenderlas y ver luego las llamas de colores cambiantes bailar en medio de la nada. Se quedan contemplando y soñando despiertos. Hay algo allí, en los colores, en el brillo, que los atrapa irremediablemente. Tal vez nada más porque es su propia creación. Son vanidosos sin saberlo. No son vanidosos entonces.<br />
<br />
Por eso es, justamente, por falta de vanidad, que viven asombrándose. Todo lo que ven les provoca algo, tanto lo que no conocen como lo que se saben de memoria. Siempre hay una mirada nueva en el dragón. La flor que vieron ayer hoy es otra flor, y así, tal vez por culpa del sol, que ayer brillaba menos, o del cielo, que hoy está más azul, por ejemplo, pero no importa: es otra, es distinta, es nueva. En realidad saben todo. Pero enfrentan al mundo como si lo desconocieran.<br />
<br />
Creían, por caso, que ellos no tenían forma de dragón, sino de jaguar. O de golondrina. O de lo que les gustara. Hasta que a uno se le ocurrió decir la palabra “espejo”. Y entonces se vieron reflejados en los ríos, en los charcos, en los lagos y cosas así. Se pusieron pues a pensar qué era eso, su propia imagen. Algo que no siempre obedece, pensaron. Y la idea les divirtió tanto que se pusieron más felices que antes, cuando se creían jaguares o golondrinas.<br />
<br />
Ah, pero hay un miedo en el dragón: el dragón le teme a su sombra. Es que no hay nada que pueda volar tan alto y tan rápido. Saben que es un miedo tonto, pero igual, por las dudas, tienen sus reparos hacia eso que los acompaña siempre. No vaya a ser que algún día los deje.<br />
<br />
Bueno, en realidad hay algo más a lo que el dragón teme: la falta de amor. Lo sé porque conozco la bendición de dragón y también la maldición de dragón. Los dragones son capaces de bendecir y también de maldecir. Para lo primero hablan de la frescura cuando tengas calor y del calor cuando tengas frío, pero que siempre te acompañe el amor, porque sin él te quemarás al fresco y te congelarás frente al fuego. Para lo segundo, para maldecirte, obligan a tus enemigos a apartarse de tu camino, que nunca te falte comida, que no conozcas qué es eso que llaman dolor… pero que no sepas nada del amor. Pueden ser terribles los dragones.<br />
<br />
Y sé que las explicaciones en torno al enamoramiento o a cualquier asunto insondable son vanas. Los dragones no piden explicaciones nunca acerca de esto, ni siquiera se lo preguntan a sí mismos. Es que en realidad todas las explicaciones en torno a cualquiera de los hechos o cosas a los que rodea el misterio son habladurías, palabras con las que pasar el tiempo, seguir creando historias, suposiciones. Los dragones saben que sólo basta abrir los ojos para develar ciertas cosas. Quedarse quietos y abrir los ojos. El mundo se descubrirá ante nosotros. Esto también lo sabía Kafka, para quien los dragones eran insectos. Pero no creo que a los dragones les importe.<br />
<br />
Pero quizá lo que más me gusta de los dragones es que aman las cosas inútiles. Ven el mundo a través de los agujeros de una hoja seca y esa hoja se transforma para ellos en un objeto de incalculable valor. Escribir es ver el mundo a través de los agujeros de una hoja seca.<br />
<br />
El dragón ama las formas. De ahí que se creyera jaguar, por ejemplo, porque el jaguar es bello. No sabe lo que el jaguar significa, lo que el jaguar esconde en sus manchas, pero ama lo que ve a simple vista. No va mucho más allá. El dragón es un artista, no un crítico. El dragón gusta de conversar por el sonido de las palabras, no por lo que éstas dicen. Pregunta por ahí sobre cosas que conoce de sobra, nada más que para escuchar cómo las dice el pájaro, cómo las dice el león. Disfruta de los matices el dragón. Cuando los otros hablan sobre lo que él ya sabe, los deja hablar tranquilos y asiente siempre. Saben que así hablan más. Los escucha y disfruta. De lo que hablan ya sabe, pero la música de las palabras lo sorprende siempre.<br />
<br />
Y mientras el dragón canta, charla, baila, sueña, inventa, el hombre, una de sus creaciones, un accidente según él, algo que pasó, sigue en lo suyo, que las más de las veces poco y nada tiene que ver con lo que al dragón le gusta. El jaguar le propuso en repetidas ocasiones al dragón comerse al hombre. Pero el dragón siempre le contesta lo mismo: esa solución es una trampa. Porque es una solución de hombre.<br />
<br />
Todo lo que aprendí sobre dragones debo agradecérselo a la infinita gentileza de Gustavo Roldán, escritor chaqueño, carpintero y aprendiz de mago, y de Luis Scafati, dibujante y pintor mendocino. Ambos, el primero con una máquina de escribir, y el segundo con un plumín y tinta china, compusieron en 1997 un libro maravilloso, Dragón. Así de simple, Dragón. Una palabra para crearlo todo.<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><img src= "https://2.bp.blogspot.com/-0r0cIjb0Q88/WIZKqGsep1I/AAAAAAAAB14/G878QShP0us6bMhFlfKrVZYaYgXN9EHaACLcB/s1600/Dragon_GustavoRoldan_LuisScafati.JPG"/><br />
Dragón, Gustavo Roldán y Luis Scafati, 80 págs., <br />
1997, Sudamericana, Buenos Aires.</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987;text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px;"><b>Visto y leído en: </b><br />
Crítica Creación - mayo 5, 2008 / Roberto Giaccaglia<br />
https://criticacreacion.wordpress.com/2008/05/05/todo-lo-que-aprendi-sobre-dragones/ </div>Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-8416579363477332792011-08-27T23:14:00.003-03:002021-08-15T21:43:19.994-03:00<br />
<div style=" background-color: #B8D987;text-align:center; color: #000; font-size: 18px;margin:0 auto;padding:10px; "><b>El mundo ignora quiénes hicieron en el Perú, hace 2.000 años, las Líneas de Nazca.<br />
Tal vez al mundo le convenga leer este cuento.<br />
G. R.</b></div><br /><div class="hojaPapel"><br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> Cuento» <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2011/08/el-camino-de-la-hormiga.html"> EL CAMINO DE LA HORMIGA </a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; text-align:left;"><br />El halcón planeaba haciendo círculos en el cielo. <br />
<br />
En el enorme claro en medio del monte, las hormigas pasaban en una fila que no tenía comienzo ni fin. Iban marcando un camino que daba extrañas vueltas, giraba para aquí o para allá, y volvía a salir derecho hasta perderse en la distancia.<br />
<br />
El sapo las miraba pasar, inmóvil. Ya tenía los ojos bizcos de tanto mirar.<br />
<br />
—¿Qué está haciendo, don sapo? —preguntó el piojo, extrañado de verlo tan quieto y callado.<br />
<br />
—Estudiando amigo piojo, estudiando.<br />
<br />
—Solamente lo veo mirar hormigas.<br />
<br />
—Eso es lo que estoy estudiando: a las hormigas.<br />
<br />
—¿Y no se aburre? Mire que si hay un bicho aburrido es la hormiga. Todas iguales… todas iguales…<br />
<br />
—¿Iguales? No crea amigo piojo. Eso es lo que estoy estudiando y descubriendo. Y créame que vale la pena.<br />
<br />
—Es lo último que yo haría en mi vida.<br />
<br />
—Está bien, ¿pero alguna vez se dio cuenta de que hay hormigas de ojos chicos, de ojos grandes, de patas cortas, de peinado con raya al medio?<br />
<br />
—¡Don sapo, no me diga que no son todas iguales!<br />
<br />
—Sí le digo. Hay rubias y morochas, gordas y flacas, altas y petisas… Yo las voy contando y calculo cuántas hay de cada clase. Las que más me interesan son las hormigas cantoras.<br />
<br />
—¡Rubias y morochas! ¡Altas y con raya al medio! ¡Jamás me hubiera imaginado! ¿Está seguro, don sapo?<br />
<br />
—Tan seguro como que dos y dos son cinco.<br />
<br />
—Lo que no me convence es que sean cantoras. Jamás las oí cantar.<br />
<br />
—Es que cantan despacito, con voz de hormiga.<br />
<br />
—¿Y cantan lindo?<br />
<br />
—No me gusta hablar mal de nadie, pero me parece que son un poco desorejadas.<br />
<br />
—Con razón cantan despacito —dijo el piojo—. Así nadie protesta.<br />
<br />
—Pero además hay un misterio que me tiene preocupado. Nunca pude ver cuál es la primera hormiga ni cuál la última.<br />
<br />
—Cierto, don sapo, uno siempre ve un montón que está pasando.<br />
<br />
—¡Ya se juntaron de nuevo para hablar tonteras! —protestó la lechuza—. ¡Hormigas cantoras, hormigas con raya al medio! Nunca había escuchado tantas barbaridades.<br />
<br />
—Usted no miró bien, doña lechuza, jamás la vi acercarse a una fila de hormigas.<br />
<br />
—¿Se cree que estoy loca? Mire si me voy a bajar de mi tronco para mirar esos bichos. Tengo cosas más importantes para ocupar el tiempo.<br />
<br />
—A mí me parece que cualquiera es importante —dijo el sapo—. Lo que pasa es que a usted le gustan los bichos famosos.<br />
<br />
—¡Bah!, las hormigas son todas iguales. El que vio a una hormiga ya las vio a todas. Por eso me gusta el oso hormiguero, porque se las come y así no andan molestando.<br />
<br />
—¿Molestando? ¿En qué la pueden molestar a usted?<br />
<br />
—En que día y noche hacen esos horribles caminitos en el pasto. Lo dejan todo rayado. ¡Así no se puede vivir!<br />
<br />
—Yo no creo que todas sean iguales.<br />
<br />
—Claro que sí. Son todas iguales, como son iguales todos los piojos y todas las pulgas.<br />
<br />
El sapo se quedó callado.<br />
<br />
Al piojo se le pusieron los pelos de punta.<br />
<br />
El silencio comenzó a molestar.<br />
<br />
—¿Sabe doña lechuza? —dijo el sapo—, yo escuché que el puma decía que las lechuzas eran todas iguales.<br />
<br />
—¡Está loco este puma! Cada lechuza es una cosa única que no se parece a ninguna otra. ¡Cómo va a decir eso el puma! ¡Este mundo está mal de la cabeza!<br />
<br />
Y la lechuza, ofendida hasta más no poder, se fue volando hacia la otra punta del monte.<br />
<br />
—Don sapo —preguntó el piojo—, ¿es cierto que el puma dijo eso?<br />
<br />
—No, don piojo, nunca lo dijo. Uno se queda sin argumentos ante tanta estupidez y una mentira chiquita sirve para terminar la discusión.<br />
<br />
Yo también pensaba como la lechuza, pero por suerte me puse a mirar. Fíjese en ésa, don sapo, esa de ojos marrones y raya al medio, la que va llevando al hoja de mburucuyá. ¡Qué fuerza tiene!<br />
<br />
Entonces se oyó un aleteo que hizo temblar las hojas de los árboles y el halcón se posó al lado del sapo y el piojo.<br />
<br />
—Amigo halcón, tanto tiempo sin verlo —saludó el sapo—. Me alegra muchísimo que haya venido a visitarnos.<br />
<br />
—Vine a contarles una cosa linda.<br />
<br />
—No hay nada mejor que las buenas noticias —dijo el piojo.<br />
<br />
—Y es algo de este lugar.<br />
<br />
—¿Sí? Cuente, cuente, a las buenas noticias no hay que hacerlas esperar.<br />
<br />
—Ustedes estaban tan distraídos que no me vieron planeando en círculos desde hace larguísimo rato.<br />
<br />
—Estábamos ocupados estudiando a las hormigas dijo el sapo.<br />
<br />
—Yo estaba haciendo lo mismo —dijo el halcón.<br />
<br />
—¿A usted también le interesan las hormigas? —preguntó el piojo.<br />
<br />
—Sí, don piojo. Habrá visto que los halcones siempre hacemos grandes círculos en el cielo, y damos vueltas. ¿Nunca se preguntó porqué?<br />
<br />
—No. Únicamente envidio y me muero de ganas de hacer lo mismo.<br />
<br />
—A los halcones nos gusta planear dando vueltas sólo para ver el camino de las hormigas.<br />
<br />
—Eso estábamos haciendo con don sapo.<br />
<br />
—Sí, pero ustedes ven un pedacito. Desde el cielo es un bellísimo dibujo, pero tan grande que desde el suelo no se puede ver. Mirando desde arriba uno se sorprende y no entiende cómo pueden hacerlo ni por qué lo hacen.<br />
<br />
—¡Ojo de halcón! ¡Cómo me gustaría ver esos dibujos!<br />
<br />
—¿Le gustaría don piojo?<br />
<br />
—Me pongo loco de sólo pensarlo. ¿Pero cómo hago?<br />
<br />
—Ya mismo se va a dar el gusto. Vaya saltando a mi cabeza y nos vamos a dar una vuelta. ¿Y usted, don sapo no quiere volar al lado mío?<br />
<br />
—Hoy no, estoy un poco cansado. Mejor sigo mirando con ojo de sapo.<br />
<br />
EL halcón, con el piojo prendido a las plumas de su cabeza, remontó vuelo, y el sapo se quedó con las hormigas.<br />
<br />
Y ahí están todos.<br />
<br />
La lechuza volando bajito y murmurando: “No puede ser, no puede ser. Este mundo está loco”.<br />
<br />
En el suelo el sapo diciendo:<br />
<br />
—¡Añamembuí! ¡Jamás se me hubiera ocurrido cual era el secreto del vuelo de los halcones!<br />
<br />
Y por allá arriba, donde apenas llega el canto de los pájaros, el halcón y el piojo vuelan en círculos, sin cansarse de mirar los dibujos del camino de las hormigas.<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><div style=" font-size: 36px; color: #000;">FIN</div><br />
<img src="https://4.bp.blogspot.com/-xVaQTcSMd0U/WIasZvOo-eI/AAAAAAAAB2w/8EeFLR6EN7QwYOXwkIIaovhOS4ocmByIwCLcB/s1600/el-camino-de-la-hormiga_GustavoRoldan_JuanLima.jpg"/> <br />
<br />
El camino de la hormiga<br />
Gustavo Roldán<br />
Ilustraciones de Juan Lima<br />
ALFAGUARA INFANTIL, 2004<br />
Serie: Amarilla (desde 6 años)<br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987; font-size: 12px; text-align:center; color: #000;margin:0 auto;padding:10px; "><b>Visto y leído en: </b><br /><br />
<b>PURO CUENTO – Blog de Rubén García García - Sendero</b><br />
https://teecuento.wordpress.com/2009/10/30/el-camino-de-la-hormiga-gustavo-roldan/<br />
<br />
<b>loqueleo - Ediciones Santillana S.A</b><br />
https://www.loqueleo.com/ar/libro/el-camino-de-la-hormiga<br />
<br />
<b>Video:El camino de las hormigas, Gustavo Roldán/Huayno para despertarse, Silvia Salomone y Carlos Aguirre - Canal: Cuentos que Cantan (YOUTUBE)</b><br />
https://www.youtube.com/watch?v=QuonZA-7V0s<br />
<br />
<b>La seño Nuria lee "El camino de la hormiga", de Gustavo Roldán - Seguimos Educando - Canal de la Televisión Pública (YouTube)</b><br />
https://www.youtube.com/watch?v=VKsXHKSs5Y8<br />
</div><br />Unknownnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7383719288168627352.post-80636983504141424602010-03-05T14:38:00.015-03:002019-09-27T21:56:22.359-03:00<br />
<div align="left" ><div class="chat-bubble"><span> <a href="https://bpcd305.blogspot.com/2010/03/autobiografia-aspiro-escribir-textos.html"> AUTOBIOGRAFÍA:</a> </span> <div class="chat-bubble-arrow-border"></div><div class="chat-bubble-arrow"></div></div></div><br />
<div style=" background-color: #B8D987;text-align:center; font-size: 18px; color: #000;margin:0 auto;padding:10px; ">"Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente como el verano o la lluvia o el frío." </div><div class="hojaPapel"><br />
<div style=" font-size: 18px; padding: 10px; ">Me crié en el monte chaqueño, en Fortín Lavalle, cerca del Bermejo, cuando la tierra era plana, la luna se posaba en las copas de los árboles y los cuentos sólo existían alrededor del fogón del asado o en las ruedas del mate.<br />
<br />
Después se inventaron los libros. O tal vez antes, pero yo no lo sabía. Solamente sabía muchos cuentos, de ésos que después me enteré que se llamaban populares, que iban pasando de boca en boca y de oreja en oreja. Cuentos del zorro, del tigre, del quirquincho, de Pedro Urdemales, de pícaros y mentirosos, del lobizón y de la luz mala. Claro que esos cuentos nunca eran del todo cuentos, habían sucedido por ahí nomás, en medio del monte, y eran cosas que nadie ponía en duda. Yo tampoco.<br />
<br />
Cuando menos lo esperaba me llegó la hora de ir a la escuela y nos fuimos al pueblo.<br />
<br />
En los pueblos el tiempo pasa lleno de ocupaciones importantes: se está rodeado de amigos para jugar a las bolitas, remontar barriletes, hacer bailar trompos, jugar a la pelota, andar en bicicleta. Todo eso mientras se van secando las bolitas de barro para la honda. ¿Para la honda? Sí, para la honda. Después el mundo se va agrandando cuando uno conoce los parques de diversiones, el cine y el circo, cosas que el monte suele no tener. Y un día uno pasa por la librería Molina, en Sáenz Peña, y encuentra que hay estantes infinitos llenos de libros, no de ésos de aprender a leer, sino de cuentos y más cuentos y más cuentos.<br />
<br />
Y si don Molina lo deja a uno hurgar los estantes, sacar y poner, leer solapas y contratapas, ojear y hojear, sentado en el suelo tras el mostrador, uno comienza a descubrir que por ahí está escondido un mundo más grande y más lleno de maravillas de lo que nadie podía imaginar. No era todo tan fácil, había cada cosa aburrida que ni te cuento. Pero con un poco de suerte y bastante de paciencia aparecían aventuras increíbles, selvas llenas de animales salvajes y mares llenos de piratas, de los buenos y de los malos, con los que navegué corriendo mil peligros. Por suerte con Simbad o con Sandokán siempre logramos salvarnos y triunfar. Nosotros estábamos del lado de los buenos. Gracias, don Molina.<br />
<br />
Mi relación con la literatura es continua y amigable. Sobre todo la de lector. Con la escritura a veces nos peleamos, pero eso también forma parte de las buenas relaciones. Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente como el verano o la lluvia o el frío, como eran esos cuentos que relataban los domadores alrededor del fogón, cuando el fuego siempre estaba unido a la palabra.<br />
<br />
Creo que los chicos entienden todo y quieren saber de todo. Desconfiar de su capacidad es desconfiar de la inteligencia, de la sensibilidad del otro. Y desconfiar de la capacidad de la palabra es, en última instancia, desconfiar de nosotros mismos. Podemos desconfiar de nosotros mismos pero, si jugamos en serio, las palabras siempre van a alcanzar. Sobre todo lo que hay detrás de las palabras.<br />
<br />
Una repetida frase dice que antes los chicos eran grandes lectores. Hoy no. Y la culpa la tiene la televisión. Ojalá fuera así. Habría soluciones mucho más a mano. En este mundo de mercado y capitalismo salvaje que busca destruir las más elementales formas de la solidaridad, que pone los modelos más perversos de mezquindad como formas naturales de la convivencia, la televisión no es sino una herramienta apta para implantar su ideología. Creo que no debemos enojarnos con las herramientas.<br />
<br />
¿Que si el libro va a desaparecer? Obviamente no. Esa idea es un invento de los mismos que sostienen la muerte de las ideologías.<br />
<br />
Entre idas y vueltas, siempre vuelvo a Huckleberry Finn, Sandokán, todo Jack London, las 1001 noches, La isla del tesoro. Porque esos libros me ayudaron a crecer, a imaginar, a pelear contra los perversos y contra el miedo, a defender la dignidad, a resistir, a volar. Porque me dijeron, antes de que aprendiera nada de política, que era posible cambiar el mundo. Cualquiera que aprenda a volar puede resistir.<br />
<br />
Creo que la literatura para chicos es literatura. O debería ser. Los chicos tienen que leer cualquier cosa que se les cruce en el camino, y decidir por su cuenta si les interesa o no, y cambiar o pedir más. Cada uno, solo, y a pesar de las ayudas, irá encontrando el camino de su crecimiento, porque esto también es un problema de soledad. Llevarlos siempre de la mano puede ser demorar etapas o saltearlas de manera arbitraria. Acompañarlos, sí, pero dejando abiertas las puertas para experiencias personales, dejándolas abiertas para ir a jugar.<br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center" ><b>Gustavo Roldán</b><br />
<br />
<br />
<img src="https://4.bp.blogspot.com/-mYRuDi_BiQw/WIY3RfEgggI/AAAAAAAAB1Q/_qZHlse4b_YL1CAz7TsCWWm6KdB-3EUfwCLcB/s1600/GUSTAVO_ROLDAN_Foto_Nicolas_Foong.JPG "/> <br />
</div></div><br />
</div><br />
<div style=" background-color: #B8D987;text-align:center;color: #000;margin:0 auto;padding:10px; "><b>Fuente consultada:</b><br />
Gustavo Roldán - Imaginaria No. 23 - 19 de abril de 2000<br />
http://www.imaginaria.com.ar/02/3/roldan1.htm<br />
Foto ©Nicolás Foong, en Flickr<br />
https://www.flickr.com/photos/nicolasfoong/albums/72157622371124605/with/3971812801/<br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com